.las cartas escogidas de los grandes compositores-Al amor

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.las cartas escogidas de los grandes compositores-Al amor

.mozart
No pasaron por encima de él sin tocarlo, ensimismados en su arte. Tampoco el amor pasó por sus vidas sin dejar huella, aunque al mirar atrás parezca siempre un espejismo. Del tímido recado adolescente al desasosiego de un adiós escrito a la luz de una vela, les textos que vienen a continuación lo demuestran.

La Signora che voi siá sapete
Milán, 7 de septiembre de 1772
«Carissima sorella:
Spero che voi sarete stata dalla signora che voi giá sapete.
Vi prego se la vedete di farle un complimento da parte mia.
Il vostro fedele fratello».
-Amadeo Wolfgango MOZART

«Queridísima hermana: Espero que haya estado en casa de la señora que usted sabe.
Le ruego que si la ve, la salude de mi parte.
Su fiel hermano.
-Amadeo Wolfgango MOZART

[.el cargo de Kapellmeister (maestro de capilla) reunía en un solo músico oficios hoy tan diferenciados como los de director de orquesta, conpositor y principal violín, clavecinista u organista de una institución con vida musical propia].

.Constanze

Atrás quedaba la infancia de trotamundos que reflejaba la carta anterior. Con 21 años, el Kapellmeister de la corte arzobispal de Salzburgo partía junto a su madre hacia la capital francesa. Regresó casi año y medio después. Solo. Este largo viaje también le iba a revelar el amor: sería en la persona de la soprano Aloysia Weber, de quién se enamoró sin éxito. Pero su rechazo no fue obstáculo para establecer con ella una profunda relación profesional, de amistad y, finalmente, familiar, porque sería con su hermana Constanze con quien, en una sucesión de acontecimientos digna del mejor argumento operístico, se acabaría casando. Durante el trayecto realizó escala en diversas ciudades alemanas. En Augsburgo, ciudad de donde procedía la línea paterna de la familia, intimó con su prima Bäsle. La festiva serie de cartas derivada de este otro despertar merece ser vista desde la perspectiva del humor. Centrémonos, pues en Constanze Weber.
Seis años menor que Mozart, le sobrevivirá en cincuenta. Junto a su segundo marido, Georg Nikolaus Nissen, embajador danés en Salzburgo, es quién se encarga de efectuar los primeros esbozos biográficos y de recopilar sus cartas. Por desgracia, también de censurarlas y manipularlas. Algunas serán eliminadas y otras sufrirán tachaduras y cambios de nombres que las harán ininteligibles, aunque en ocasiones se puede deducir su contenido original. A pesar de ello, el material conservado es de valor inestimable.
¿Qué guardaban las cartas perdidas? La pregunta a dado pie a ríos de tinta y enjambres de hipótesis, algunas con aguijón. ¿Las había dirigidas a otras personas? ¿Referencias más concretas a un posible romance entre Constanze y Franz Xaber Süssmayr, el discípulo y colaborador de Mozart que finalizaría el Réquiem? Quizás. Todo esto pertenece al terreno de la especulación y sigue nutriendo la leyenda.
Muy criticada por casi todos los biógrafos (H.C. Robbins Landon es de los pocos expertos que defienden su postura), de lo mínimo que se la acusa es de frívola y mala administradora.
Algún autor llega incluso a aventurar su complicidad en la trama de un supuesto asesinato del compositor (Wolfang Ritter). Las dudas acerca de su relación con Süssmayr vienen determinadas por la inquietud y los celos que reflejan algunas cartas que Mozart le mandaba al balneario de Baden, donde pasaba largas temporadas, junto al hecho de que su último hijo (nacido pocos meses antes de la muerte de Wolgang) se llamara también Franz Xaber. Pero Constanze, que entre tantas cartas eliminó y corrigió, aquí se limita a borrar o sustituir por iniciales incongruentes el nombre de su acompañante, dejando apodos y juegos de palabras que permiten su fácil identificación:

«Saluda de mi parte a tu bufón de la corte…
Disfruta de tu bufón de mesa…
¡Dale a NN una bofetada, y di que era para matar una mosca!
Dile a Sauermayer (1)…»

(1) Juego de palabras de Mozart entre süs (dulce) y sauer (amargo).

¿Por qué no haberlas liquidado de raíz, como al parecer hizo con muchas otras? Tal vez porque no había tanto que ocultar. Respecto a este tipo de manipulaciones, también hay que decir que la búsqueda de una estricta objetividad histórica no era precisamente una característica del siglo XIX. Algo similar, que no por ello justificable, hizo Anton Schindler con los cuadernos de Beethoven.

[.el violinista y director de orquesta Anton Schindler (1795-1864) ejerció durante largas temporadas las funciones de secretario -sin sueldo- de Beethoven. Para «preservar» la imagen de éste y, de paso, ensalzar la propia, destruyó y manipuló gran parte de sus documentos, en especial los valiosos cuadernos de conversación que utilizaba cuando ya la sordera le impedía mantener un diálogo normal. Su biografía del compositor, una de las primeras en aparecer, no es, por razones obvias, del todo fiable.]

Cuando en 1781 Mozart llega a Viena, se aloja en casa de los Wieber, los cuales se habían trasladado allí a raíz del contrato de Aloysia en la ópera. Es entonces cuando empieza a salir con Constanze. El noviazgo culmina al año siguiente con una discreta boda celebrada en la catedral sin el consentimiento de Leopold, quién siempre consideró aquella relación catastrófica para su hijo. Éste se tendrá que emplear a fondo para dar la vuelta a la situación y lograr la autorización del padre:

Viena, 7 de agosto de 1782
«Sólo le ruego que me perdone mi precipitada confianza en su amor paterno. Con esta franca confesión mía tiene usted una nueva prueba de mi amor a la verdad y horror a la mentira. Con la próxima posta mi querida esposa pedirá a su queridísimo y amadísimo papá político su bendición paterna, y a su querida cuñada que continúe dándole su preciosa amistad. (…) Cuando quedamos unidos, tanto mi mujer como yo comenzamos a llorar. Eso conmovió a todos, incluído el sacerdote, y todos lloraron, al ser testigos de nuestras almas conmovidas».

A veces melancólicas y a veces hilarantes, la expresión directa de un afecto genuino es el denominador común de todas las cartas que envió Mozart a Constanze. Las de los últimos meses reflejan la tenaz angustia que le acompañó en su soledad de Viena, cuando recibía el misterioso y tal vez fatal encargo del Réquiem.

Budwitz, 8 de abril de 1789
«(…) Mientras el príncipe (2) está ocupado con el cambio de caballos, yo aprovecho la oportunidad de escribirte unas palabras. Esposa de mi corazón, ¿cómo estás? ¿Piensas en mí tan a menudo como yo en tí? Miro tu retrato constantemente y lloro, en parte de alegría, en parte de tristeza. Cuida de tu salud. ¡Adiós cariño, cuidate! No te preocupes por mí. (…), nada me resulta incómodo, excepto tu ausencia, pero esto no se puede remediar. Te lo escribo con lágrimas en los ojos. Adiós. Te escribiré más, y más legiblemente, desde Praga, cuando no tenga que ir con tantas prisas. Adieu. Te beso millones de veces con todo mi corazón y soy para siempre tu fiel hasta la muerte,
MOZART.
Besa a Carl en mi nombre.»

Viena, 7 de julio de 1791
«(…) Ahora no desearía más que tener arreglados mis asuntos para poder estar otra vez contigo. ¡No puedes imaginarte lo largo que se me ha hecho el tiempo, todo el tiempo sin ti! No puedo explicarte mis sentimientos, es una especie de vacío que me hace daño, una especie de ansia que nunca se ve satisfecha y por consiguiente nunca cesa; prosigue e incluso cesa de día en día. ¡Cuando pienso que en Baden éramos como críos! Y en las horas tristes y aburridas que paso aquí.Ni siquiera mi trabajo me alegra, porque estaba acostumbrado hasta ahora a interrumpirlo y hablar contigo un poco, y ese placer, por desgracia, me es imposible. Si voy al piano y canto algo, tengo que interrumpirme en seguida, mis sentimientos son demasiado fuertes. ¡Basta! Si acabase mis asuntos en esta hora, en la próxima no estaría aquí, (…) eternamente tu,
MOZART.»

[.»una especie de vacío que me hace daño, una especie de ansia que nunca se ve satisfecha y por consiguiente nunca cesa; prosigue e incluso crece de día en día…»
Estas palabras de profundo abatimiento se vuelven aún más sobrecogedoras si sabemos que fueron escritas con sólo unos meses de vida por delante. En otras cartas de este mismo período, no obstante, Mozart recupera un tono más jovial gracias a la alegría que le produjo el estreno e inmediato éxito de La Flauta Mágica.]
(2) Se refiere al príncipe Karl Lichnowsky (1771-1837), alumno y amigo de Mozart. Fué también uno de los protectores de Beethoven.
-Selección y texto de Rafael Esteve

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