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A George y Georgiana Keats
Miércoles 14 a sábado 31 de octubre 1818
«Mi querido George:
Pronto os escribiré de las ideas que por ahora tengo de cómo he de pasar mi vida.
En este momento, en que Tom está tan enfermo y débil, no puedo pensar en esas cosas. A pesar de vuestra felicidad y de vuestros consejos espero que nunca me casaré. Aunque después de un viaje o un paseo estuviera esperándome la más hermosa de las criaturas, aunque los tapices fueran de seda, las cortinas de nubes matinales, las sillas y el sofá estuvieran rellenos de plumas de cisne, los alimentos fueran maná, el vino mejor que el clarete, y la ventana se abriera sobre el Winandermere, no creo que sintiese lo que ahora siento, o, mejor dicho, no creo que mi felicidad fuese tan hermosa como es ahora sublime mi soledad. En lugar de lo que os he descrito, quien ahora me espera en casa para darme la bienvenida es la sublimidad. Mi esposa es la borrasca rugiente, y mis hijos son las estrellas que veo a través del cristal de mi ventana. La idea abstracta que tengo de la belleza de todas las cosas es tan poderosa que apaga la felicidad doméstica más dividida y pequeñita; yo considero que parte de esa belleza son una esposa agradable y unos niños deliciosos, pero necesito miles de esas partículas para llenar mi corazón. Cada día voy sintiendo más que, a medida que mi imaginación se enriquece, no sólo vivo en este mundo, sino en miles de mundos. Tan pronto como me encuentro solo, figuras de grandeza épica me rodean, y sirven a mi espíritu como la guardia del rey a la Majestad; pero después «pasa, arrastrándolas trás de sí, la tragedia con su mortaja coronada».(1)
Según mi estado de ánimo estoy con Aquiles gritando en las trincheras, o con Teócrito en los valles sicilianos.O me convierto de cuerpo y alma en Troilo, y, repitiendo estas líneas, «ando de un lado a otro por las riberas de la laguna Estigia como un alma perdida que espera la travesía»(2) y así me diluyo en el aire con una voluptuosidad tan delicada que me siento feliz en mi soledad. «
1. Milton, Il Penseroso, II, 97-98.
2. Troilo y Cresida. Act. III, esc. ii, 8-10.
Traducción de Concepción Vázquez de Castro
–John Keats (1795-1821) («Cartas«)
Linda carta, muy diciente. Los estándares de la sociedad -aquellos requisitos para «encajar» en ella- requieren que estemos siempre en pareja, con hijos, trabajo, muchas deudas y conduciendo un auto, entre otras, pero hay un estado que es propio de cada persona y le señala lo que le hace feliz o no. Si, sería lindo tener todas esas cosas, pero no todos pudimos ceder lo suficiente como para adaptarnos a vivir con otra persona. Se dice que los seres inteligentes son solitarios por naturaleza, y en la soledad encuentran cosas que les satisfacen casi tanto como la compañía. Será cierto?
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Es cierto.
Cada uno hace su personalisimo camino!
Gracias por tu aporte!
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Exquisito todo
Me alegro que hayas vuelto
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🙂
Lindura de mi corazon!
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Gaby, bella que alegría volver a verte por aquí con tus hermosas cartas.
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Gracias mi queridisima Henar!
Te quiero MUCHO preciosura!
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Acostumbro cada mañana buscar posts para pasar un buen momento leyendo y de esta forma me he tropezado vuetro post. La verdad me ha gustado el articulo y pienso volver para seguir pasando buenos momentos.
Saludos
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Muchas gracias por tu comentario! Deseo de corazon que encuentres cosas hermosas en mi sitio. Esa es la intencion, que sea un rincon para el alma. Saludos!
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