.la cofradía de los pájaros

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«Señor,

He sido, Tal vez, una rama de árbol, una sombra de pájaro,

el reflejo de un río…»

-J.L.Ortíz

la cofradía de los pájaros

«Los pájaros viven en nuestro jardín, en nuestro balcón, en nuestros árboles. Nos ofrecen a los habitantes de las ciudades la única oportunidad de convivir con animales salvajes (aún criaturas mansas como los pájaros son técnicamente salvajes, «no domesticadas»). ¿Cuántos de nosotros dejamos pasar este regalo sin abrirlo? Elogiamos alguna vez un canto inspirado, envidiamos su don de vuelo, pero mayormente llevamos nuestras vidas como si no existisen. O en todo caso, como si fuesen ornamentos, bellos pero fortuitos, del paisaje.

Otras culturas se vinculan con el mundo alado de modo diferente. El pueblo San, del desierto Kalahari, lo cuenta asi: «Si un día veo un pájaro y lo reconozco, un hilo fino se forma entre nosotros.Si salgo mañana y reconozco el mismo pájaro, el hilo se engrosa un poco. Cada vez que veo y reconozco al mismo pájaro crece el hilo, hasta convertirse en una soga. Nosotros tendemos sogas con todos los aspectos de la creación, con todo el universo.»

Puede parecer una utopía que pudiéramos recuperar ese nivel de conexión viviendo lejos del verde y con el ritmo de vida acelerado que llevamos. Hoy no sólo no tratamos vínculos con los pájaros que nos rodean: suponemos que las aves que nos cruzamos son individuos siempre distintos que se cruzan por azar en nuestro camino. Lo contrario es lo cierto: por tratarse de animales territoriales, exceptuando los migratorios, los pájaros hacen su vida en un radio de unos diez o veinte metros a la redonda. Una vez que identifican un lugar y reconozcen sus escondites, sus fuentes de aprovisionamiento y de cobijo, no lo abandonan fácilmente. Por lo tanto, los pájaros que vemos a diario no son, ni más ni menos, que nuestros vecinos. Con un poco de paciencia y dedicación podemos aprender a conocerlos y hasta a distinguirlos unos de otros por algún rasgo propio.

¿Por qué querríamos establecer un vínculo con los pájaros? Para nuestros antepasados estos animales eran aliados en su tarea más importante: defenderse de predadores y detectar presas. Los pájaros los alertaban de la presencia de ambos con sus movimientos y sonidos, y les prestaban así un servicio indispensable. Hoy ya no los necesitamos para sobrevivir, pero sí podemos aprender lo que el rastreador profesional Jon Young denomina: «el lenguaje profundo de los pájaros», nuestro mundo cobrará vida de manera insospechadas. ¿A qué se refiere con «lenguaje profundo»? A una comunicación entre especies llena de información, codificada en vocalizaciones y gestos corporales de todas las criaturas que nos rodean.

Autor de What the Robien Knows. How Birds Reveal the Secrets of the Natural World (Lo que sabe el zorzal. Sobre cómo los pájaros nos revelan los secretos del mundo natural). Young es un entusiasta propulsor del reencuentro con «el habitante originario» que vive en el más citadino. Ha iniciado a legiones de personas en estas artes, ayudando a dar confianza y sentido de pertenencia a adolescentes en riesgo y otros grupos vulnerables, a través de experiencias transformadoras en la naturaleza.

El primer consejo de Young para aprender a reestablecer el vínculo es simple: elegir un punto de observación cercano a nuestras casas. Puede ser un banco en una plaza o una silla en nuestro balcón, terraza o jardín. Allí debemos sentarnos cada día al menos diez minutos, anotador en mano, a observar lo que ocurre. Young lo llama «salir a escuchar las noticias del día».

Al comienzo puede que no advirtamos nada de nada. Pero una vez que aprendamos a silenciar la mente, empezaremos de a poco a leer nuestro entorno como una partitura. Pero antes, para poder observar a los pájaros en acción, en vez de estado de perpetua huída, tendremos que aprender a desarrollar cuatro sencillas habilidades:

-Visión de lechuza: Consiste en ampliar la mirada hacia la periferia, procurando ampliar la información visual más amplia que podamos, sin girar la cabeza ni los ojos. Esto tranquiliza a los pájaros y los invita a seguir haciendo sus vidas como si no estuviéramos. Si estamos caminando, una variante es girar el cuerpo de manera de «darles el hombro» a los individuos que queremos observar.

-Oído de ciervo: Agudizar la escucha, procurando distinguir entre sonidos cercanos y lejanos. Esto nos permitirá relevar información de lo que está pasando con otros pájaros que no están en nuestro entorno inmediato, y también podremos hacer conexiones entre los sucesos de distintas  partes del barrio.

-Caminata de zorro: Apoyar primero el talón y después, gradualmente, la parte delantera del pie. Este paso produce una caminata silenciosa y poco intrusiva, y a la vez nos resguarda de pisar algo potencialmente daniño en zonas naturales, ya que el pie va «tanteando» el terreno antes de apoyarse del todo. Estas tres técnicas nos proveerán una suerte de manto de invisibilidad para poder observar tranquilos. Más importante, nos generarán un estado de relajación afín al de cualquier práctica contemplativa.

Dice Young que un error común de quien se inicia en la observación de pájaros es intentar ser «sigiloso». El sigilo alerta a los pájaros porque es la actitud de un predador; lo que buscamos no es sigilo, sino un estado de paz y silencio interior.

Cuenta Young en su  libro la experiencia de un joven de un barrio marginal de Nueva York que tomó su curso como parte de un programa social. Al terminar el primer período de observación de diez minutos, el chico no había anotado un solo suceso. «No pasó nada», dijo, lacónico y aburrido. Al segundo día, anotó en su cuaderno, que «un pájaro pasó volando a mi derecha». Al cabo de una semana, ya era capaz de distinguir el zorzal de benteveo y de registrar que uno le había robado al otro la comida a pocos metros de su banco, mientras las cotorras cacareaban excitadas en la copa del eucaliptus.

Esta pequeña transformación da cuenta de algo: cuando prestamos atención, el  mundo se amplía, se puebla, cobra vida. Y al aplicar estas prácticas, al decir de Young: «los pájaros se convierten en barómetros para nuestra conciencia del paisaje interior y exterior.»

También producen otro resultado inesperado: el niño en nuestro interior revive de golpe, como si lo invitaran a jugar después de años de encierro. ¿Quién no soñó con ser explorador y salir a descubrir los secretos del universo, más cuando esos secretos se cruzan a vuelo por delante de nuestras narices…?»

-Fabiana Fondevila (Extraido de «Donde vive el asombro, Prácticas para cultivar lo sagrado en la vida cotidiana» ©)

Les recomiendo muy especialmente este maravilloso libro que pueden comprarlo online aqui: «Donde Vive el Asombro»

Y pueden seguir a Fabiana Fondevila aqui:  La Usina Mística

4 Replies to “.la cofradía de los pájaros”

    1. Siiiii! Fabi lo es! Te recomiendo que entres en su sitio o leas su libro. Es un ser de luz. Bello de espíritu y muy humilde. Me encanta!
      Gracias a ella descubri la hermosa poesia de Mary Oliver. Sólo por ello estoy agradecida! 🙂
      Abrazo apapacho Eddita!

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