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 The Jewel in the Lotus

«A veces me ha pasado una cosa natural, pero desconcertante:
volver de una oración intensa y darme cuenta, de pronto,
como que se me entra por los sentidos, del mundo alrededor
de mí.

La sensación es estupor y curiosa tentación de angustia,
como quien pasa de un medio físico a otro que le es
extraño: había estado viviendo en ese mundo tan diferente,
del alma, y me parece que choco con las cosas exteriores, y
que me lastima su realidad….» (1940)

 

«Yo soy como la cierva que en las corrientes brama.
Sed y polvo de fuego su lengua paraliza,
y en salvaje carrera, con las astas en llama,
sobre la piedra el casco golpea y se desliza.

Este imperioso afán que te reclama
no en el centro del alma fue nutrido:
me ha turbado sin mí, como el sonido,
es ajeno a mi ser, como la llama.» (1943)

«hirió la tierra, la ciñó de abrojos,
y no dejó encendida bajo el cielo
más que la obscura lumbre de sus ojos.» (Job)

«Como amante en el seno del amigo,
que largamente bebe su deseo,
gozarme quiero en soledad contigo.
[…]
Cuando te rindas a mi tibio abrazo,
háblame, dulce Amor, de aquella cita
que has de ceñirme con eterno lazo.
[…]
Allí te encontraré la vez postrera,
y en tu pecho de amores florecido
conoceré la eterna primavera.
[…]
El ciego centro de mi vida toca,
y éntrate al corazón como la llama
que en flaco leño con fiereza emboca.
[…]
Y así anegado el corporal sentido,
aquiétate en mi seno mansamente
y tengamos las cosas en olvido.» (La oración en tercetos)

«Ya la niebla sutil se despereza,
y canturreando amores en el viento
un pájaro los valles atraviesa.»

«La playa vasta en los dorados ojos,
de clara luz bañada;
las aves marineras atraviesan,
colúmpianse las brisas derramadas;
cálido olor de brotes y de nidos
trasciende la montaña.» (El encuentro)

«Bajo los quietos ojos
treme y se agita la materia informe;
giran las nebulosas encendidas,
halla su centro el incipiente orbe,
la múltiple expresión busca el principio,
agrúpanse los átomos veloces,
se organizan las fuerzas derramadas,
se complican las notas en acordes.

¿Que es bajo polvo lo que vil adoro,
y que siendo este bien perecedero,
a tiempo que lo gozo, lo devoro?

Va la ciudad flotando a la deriva
con perezosas brumas y deshielo;
la luz, sobre la cúpula del cielo,
más parece pintada que no viva.»

«Mi corazón olvida
y asido de tus pechos se adormece:
eso que fue la vida
se anubla y obscurece
y en un vago horizonte desparece.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Esfuerza, corre, búscale, así aprendas
la ciencia del amor pura y sabrosa,
así del muro de su pecho prendas

y entres a la bodega silenciosa
y sepas el secreto de su vino
con que el alma se embriaga y se reposa!»

«Amor, corriente escondida
que pechos adentro va,
como un manantial que está
alimentando mi vida.

¿Por qué, si enamorado,
la ley esquivas del abrazo ardiente?
¿Por qué la dulce fuente
hurtas del bien deseado,
dejando labio y corazón burlado?

Entre el cobarde impulso de olvidarte
y el doloroso afán de poseerte,
el corazón vacila de tal suerte
que ya no sabe huirte ni buscarte.

El corazón do entero te vertiste
tu camino forzado entre despojos,
y el duro sello de tu amor pusiste,
¿qué puede ya buscar sino tus ojos?
¿Qué desear, sino morir contigo?»

«Sufro porque vivo en una contradicción perpetua. / La vida
entera es guerra del cuerpo contra el cuerpo, del alma contra
el alma […] no sé qué tengo ni qué quiero […] y con no
desear nada, lo que me tortura no es sino un deseo más
grande que todos los otros y que los absorbe todos… pero
éste es un huésped desconocido… / mi corazón está frío,
mis nervios exasperados y paralizadas todas mis energías…
tengo que debatirme en una angustia incesante; de aquí la
terrible exasperación de los nervios, el terror del futuro, y
tantas cosas que están haciendo mi vida intolerable.

Si se puede imaginar la desolación y la desesperanza de un
hombre que camina a través de un desierto sin límite, o del
náufrago que se sienta en la playa a ver el mar inmenso y el
horizonte desnudo, día tras día, tal vez se pudiera dar la
idea de mi cansancio.» (Crisis)

-Concha Urquiza (editado por José Vicente Anaya)

Concha Urquiza, sobre todo, fue una gran enamorada de Dios, y es por este enamoramiento que nos dejó tan hermosa poesía.

A las contradicciones de su amor por la Divinidad (todo enamoramiento profundo crea desazón) hay que agregar su lucha entre lo espiritual y lo material, sus amores a humanos y, englobándolo todo, su lucha existencial.

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