Mikael Sundberg

Mikael Sundberg©

 

«Haz que se apasione mi sentido del oído».

-William Shakespeare

 

«El aspecto práctico de nuestro sentido del oído es oír y el aspecto apasionado es escuchar.

La palabra «sonido» es un enorme cajón de sastre que se refiere a la cacofonía de las vibraciones audibles de la vida que se desplazan rápidamente en el aire y llegan sin parar a nuestros oídos. Igual que ocurre al mirar, oír es una herramienta de navegación, un sonar interno que le permite al cerebro distinguir entre el suave ronroneo de un gato y el ruido agudo del despertador. Sin embargo, escuchar es ser cómplice del Espíritu en la seducción romántica de nuestra alma. Cuando Shakespeare pedía que su sentido del oído se volviera apasionado, imploraba al cielo el don de poder «escuchar». Y su simple plegaria fué atendida con generosidad, lo que ha supuesto una bendición para todos.

Lo que escuchamos cada día nos ofrece un camino invisible al placer en forma de notas, compases, ritmo y tono, ya sea de la música de las esferas como de la banda sonora de nuestro propio pensamiento. Existen tres maneras de escuchar: la perceptiva, la emocional y la sensual.

Escuchamos perceptivamente cuando pasamos de manera deliberada del oír al escuchar, cuando excluimos de forma consciente la distracción del ruido de fondo para concentrar por completo nuestra atención auditiva en algo. Imagina que estás en la cocina, sofriendo una cebolla, y se oye la radio. Y además, estás al teléfono. De repente, entra tu hija y, por su expresión, ves que necesita hablar contigo con urgencia. Ha sucedido algo, pero ¿qué?. Te concentras en su cara, en su lenguaje corporal y en sus emociones, en busca de detalles inaudibles. Has empezado a escuchar a tu hija a través del sonar de la percepción. Te despides de tu amiga, apagas la radio, pones el fuego al mínimo y te vuelves hacia ella. Desconectar del resto del mundo para escuchar lo que tu hija tiene que decirte es escuchar perceptivamente.

Escuchamos emocionalmente cuando un fragmento de sonido concreto nos transporta a otra dimensión de tiempo y espacio, a la esfera de los recuerdos. Tal vez sea la canción de la radio que te recuerda todo lo que habías intentado olvidar, o la cadencia de la risa de un ser querido, o los susurros de la naturaleza que susurran la presencia del Espíritu mientras das un solitario paseo por el campo.

Escuchar sensualmente nos invita a experimentar la vida a través de los sentidos: la música que hace que tus pies, felices, empiecen a seguir el ritmo, o la suave cadencia de la lluvia que te arrulla y te sumerge en una muy necesitada siesta, o la conversación sincera que te incita a tender una mano o a abrazar a alguien.

EL poeta inglés Samuel Taylor Coleridge creía que «ningún sonido que habla de la vida es disonante». Pero el auténtico despertar de los sentidos es distinguir entre el sonido y la furia del mundo y las escalas menores y mayores de satisfacción en la vida.

Hoy, pídele al cielo que apasione tu sonido del oído y abre bien las orejas…»

-Sarah Ban Breathnach

«You never know how strong you are, until being strong is your only choice.»

-Bob Marley

Sensibilidad exquisita de estos dos. Maestria y Pasión.

Hablo de Maksim Mevica y Sergei Polunin…

 

Y aqui vá su excelencia, por separado:

Maksim Mrvica:

 

Sergei Polunin:

 

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