Peter Martin©
«Un ojo ve,
el otro siente.»
-Paul Klee
«El mítico alemán del Siglo XIII Meister Eckhart dijo una vez: ‘El ojo con el que veo a Dios es el mismo ojo con el que Dios me ve a mí…’Al principio, el significado de ese comentario me parece obvio, pero, si lo piensas unos momentos, el misterio que revela poco a poco es arrollador y muy personalizado. Lo que para tí es obvio, a mí puede pasarme por alto. Cuando eso sucede, se debe principalmente a que estoy agobiada por el exceso de exigencias, dilemas o decisiones de la vida cotidiana y no tengo tiempo de ver con claridad o incluso mirar hacia dónde voy. Olvidate de gafas, lentes de contacto o cirugía por láser. La miopía extrema que sufren muchas mujeres ciega a las que tienen mejor vista.
La antigua filosofía china del ying y del yang -le energía masculina y la femenina, opuestas complementarias, que conforman el universo- nos dice que en todo hay dos extremos. El esquema está a la vista: luz y oscuridad, frío y calor, pena y alegría, vida profesional y vida doméstica, intimidad y soledad, tierra y cielo. Del mismo modo, cada uno de nuestros siete sentidos tiene dos aspectos. Las dos facetas de la vista son ver y mirar. Una es práctica; la otra, apasionada. Un aspecto se usa para la navegación, el otro, para la relación. Un ojo emite un juicio instantáneo, el otro contempla. La dualidad de lo que nos pasa por alto cada minuto puede ser tan angustiante que no es de extrañar que crucemos los ojos debido a la confusión, pero es la alquimia espiritual de tu esensualidad la que acerca lo práctico y lo apasionado, y los combina en unión mística.
El don de la vista fué tan importante que, cuando se creó el sentido, la primera orden del Amor fué que se hiciera la Luz para que pudiéramos ver.
En el compendio de arte ‘The Zen of Seeing: Seeing/Drawing as Meditation: El Zen de la Vista- Ver/Dibujar como Meditar’, el artista Frederick Franck nos invita a pensar y a experimentar cada momento corriente como si fuera la primera vez que vemos algo. «Todo el mundo cree que sabe cómo es una lechuga. Más si empiezas a dibujar una, advertirás la anomalía de haber vivido con lechugas toda tu vida por no haber visto una, no habiendo visto jamás las hojas semitransparentes que se curvan de esa manera propia de las lechugas, no haber notado nunca qué hace que una lechuga sea una lechuga y no una col rizada».
Franck lo hace con un lápiz. Tú puedes hacerlo con una pausa. La próxima vez que prepares una ensalada, echa un vistazo a la lechuga. ¿Qué ves?. Mírala de cerca con veneración, con gratitud, y lo que verás será más que lo que capten tus ojos…»
-Sarah Ban Breatchnach
Tengo que mirar de nuevo…
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Yo hago ese ejercicio cada vez que puedo Eddita
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