.dos almas en un ser nuevo

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DIbujo de autor desconocido

«Para el resto de los humanos eran dos personas sentadas en medio de una plaza casi vacía…

Personas que caminan de un lado hacia otro mirando sus móviles, atentos a sus relojes.

Sus vidas se limitan a cumplir horarios, a ganar dinero, a comer, a dormir o a tener sexo esporádicamente…

Mientras tanto en un mundo que no deja de girar cada vez a más velocidad dos pequeños cuerpos detienen ese impulso solo con la conexión de sus miradas.

Dos cáscaras humanas que contienen almas gemelas se conectan a plena luz del día logrando detener el tiempo a su antojo.

Crean un vórtice, una paradoja en el tiempo y logran crear su propio mundo, sus propias reglas donde lo esencial pasa por lo espiritual, un  mundo donde el principal combustible esencial para que exista es el amor.

Externamente son solo dos personas que se miran; en su mundo y a través del puente entre miradas sus almas se liberan, se buscan y se transforman en una.

Se vuelven uno, y lo que alguna vez fue masculino y femenino se transforma en un ser nuevo, único e indivisible…

Hacia el mundo exterior son dos personas que no dejan de mirarse, que se toman las manos y respiran agitadamente como si estuvieran entrando en trance, hasta podríamos decir que llegan al orgasmo sin tener sexo.

Sus fluidos exteriorizan la conversación compleja de su mundo, solo ellos entienden su propio idioma, solo ellos escriben sus propias reglas, solo ellos danzan en el placer de dejar de ser dos para convertirse en un ser.

Dentro de su mundo el movimiento solo puede traducirse para el entendimiento de los simples mortales como la gran transformación de los elementos para la formación del planeta tierra, es solo comparable con la sucesión de explosiones, con el festival de lava y mezclas de químicos pero que para ellos es solo el resultado de su encuentro, de su nuevo nacimiento…

Caminen hombres, sean mortales en un mundo vano donde sus necesidades dependen del tiempo, de cómo se vean sus cáscaras y como lucen sus cuerpos adornados por objetos que solo son eso, pobres objetos que provocan brillo para aturdir a sus ojos y engañarse unos a otros midiendo una felicidad inexistente.

Mientras tanto ellos hacen el amor por años, siglos, milenios en un tiempo sin tiempo, en un lugar nuevo sin medidas conocidas, en espacios absolutamente gigantescos donde se mueven al unísono en un ritual de amor, de conocimiento, de transformación…

Respiren mortales, sean esclavos de su tiempo, sean esclavos de sus cosas materiales mientras ellos hacen el amor y son verdaderamente felices…

De repente vuelven en sí, se separan por un momento.

Sienten el roce mutuo de las palmas de sus manos logrando entender entonces que vuelven a ser extranjeros en un mundo al que no pertenecen.

En sus miradas hay tristeza por abandonar el espacio por ellos creado pero inmediatamente sonríen al saber que mañana se encontraran nuevamente en ese mismo banco de plaza para crear su historia, sus vidas, y logrando nuevamente transformarse en uno.

Los veo alejarse tomados de la mano disimulando ser personas comunes, nadie conoce su secreto, nadie sabe que mañana a la misma hora, en el mismo banco de plaza se volverán a mirar tomados de la mano para crear un mundo con sus propias reglas y donde su tiempo, su espacio y sus vidas son movidos por el único combustible por ellos conocido, el amor y la transformación de dos almas que se vuelven una fusionándose en el milagro de crear un ser absolutamente único solo por ellos conocido…»

-Elliot Bourdin (Escritor argentino contemporáneo)

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