Tú que pasas y levantas contra mí tu brazo:
antes de hacerme mal, mírame bien.
Yo soy el calor de tu hogar en las noches
frías del invierno.
Yo soy la sombra amiga que te protege
contra el sol estival.
Mis frutos sacian tu hambre
y calman tu sed.
Yo soy la viga que soporta el techo de
tu casa, la tabla de tu mesa,
la cama en que descansas.
Yo soy el mango de tus herramientas,
la puerta de tu hogar.
Cuando naces, tengo madera para tu cuna;
cuando mueres en forma de ataúd,
aún te acompaño al seno de la tierra.
Soy pan de bondad y flor de belleza.
Si me amas como merezco, defiéndeme
contra los insensatos…
(Esta oración está grabada en placas que están en marcos colgadas de los árboles de plazas, parques, jardines y calles de Portugal)



