.carta entre Jules Verne y George Sand

Scroll down to content
George Sand retratada por Delacroix.

Una vinculación secreta: Jules Verne y George Sand

George Sand -seudónimo de Aurore Dupin, baronesa Dudevant- nació en París en 1804 y murió en Nohant en 1876. Tuvo una vida llena de escándalos y escribió una gran cantidad de obras, principalmente novelas, entre las que pueden citarse Indiana (1832), Lélia (1833) y El pantano del diablo (1846), considerada su obra maestra.

Dentro de su círculo de amistades se encontraban Franz Liszt, Eugène Delacroix, Gustave Flaubert y, también, Jules Verne.

Jules Verne fotografiado por Nadar.

Muchos han considerado a esta nouvelle la contracara lírica de la célebre novela Viaje al centro de la Tierra, de Verne, publicada en noviembre de 1864. Teniendo en cuenta las fechas de publicación, es posible suponer que Jules Verne recibió la influencia de esta obra de Sand al escribir su novela.

En todo caso, al leer ambos relatos pueden encontrarse algunas similitudes y hasta alguna cita de notable parecido.

Leemos en «Laura», en boca de Walter, un personaje secundario:

«No importa, los trabajos de tu tío tienen un gran valor, porque en medio de muchos errores, libera muchas verdades.»

Y en Viaje al centro de la Tierra, el profesor Lidenbrock dice a su sobrino Axel:

«La ciencia, muchacho, está formada de errores, pero de errores que conviene cometer, porque conducen poco a poco a la verdad.»

Pasamos al año 1865. En una carta de agradecimiento, George Sand reconoce que los relatos de Verne han conseguido distraerla de un hondo dolor y le han permitido soportar mejor las preocupaciones. Sólo lamenta haberlos terminado y no tener «otra docena por leer».

Y agrega: «Tengo la esperanza de que no tardará en llevarnos al fondo del mar y que hará que sus personajes viajen en esos aparatos de inmersión que sus conocimientos científicos y su imaginación son capaces de perfeccionar.»

La biblioteca del capitán Nemo

Jules Verne recordaría esta sugerencia de George Sand como el verdadero punto de partida de otra de sus grandes obras, Veinte mil leguas de viaje submarino (1869-70). Y, como en un homenaje a la autora que le había brindado la idea para ese libro tan especial, Aronnax -el narrador utilizado por Verne- la menciona al describir la biblioteca del capitán Nemo:

«Entre aquellos libros, advertí las obras maestras de los escritores antiguos y modernos, es decir, todo lo que la humanidad ha producido de más bello en la historia, la poesía, la novela y la ciencia, desde Homero hasta Víctor Hugo, desde Jenofonte hasta Michelet, desde Rabelais hasta George Sand.»

En «20.000 leguas de viaje submarino», publicada en 1870 el mar ya es el protagonista total de una historia en la que la imaginación del escritor sitúa a sus protagonistas en escenarios hostiles de naturalezas impenetrables y costas pobladas por tribus de caníbales a las que arriban buques que persiguen peligrosos animales marinos, sobreviven a ataques de pulpos gigantes y descubren desde un sumergible toda la diversidad de especies de las profundidades del mar.

Además del colonialismo, en la obra de Julio Verne se reflejan como fondo los movimientos populares, los problemas de la industrialización y las crisis políticas de siglo diecinueve, elementos que se manifiestan de formas diversas a través de personajes y situaciones fácilmente interpretables. Julio Verne era un simpatizante de las doctrinas socialista y anarquista y un exaltado defensor de las libertades individuales frente a los poderes públicos.

La reclusión del capitán Nemo en las profundidades marinas, refugiado en su submarino y aislado de la sociedad, quiere simbolizar el rechazo a un mundo en el que la justicia no existe y donde la explotación del hombre por el hombre guía la acción social y política.

Antes de volver a formar parte de ese mundo Nemo prefiere la soledad y el aislamiento:

«El mar no pertenece a los déspotas. En su superficie pueden todavía ejercer sus derechos inicuos, allí pueden luchar, devorarse, y trasladar ahí todos los horrores terrestres. ¡Pero a treinta pies por debajo de su nivel, su poder cesa, su influencia se apaga, su poderío desaparece! ¡Solamente aquí hay independencia! ¡Aquí no reconozco amos! ¡Aquí soy libre!».

Aunque en el desenlace de otra de sus novelas, «La isla misteriosa», reflexiona desde otro punto de vista sobre esta circunstancia:

«Soledad, aislamiento: estas son cosas tristes… Muero por haber creído que un hombre puede vivir solo».

Via: Web

Jules Verne por Alessandro Lonati

Deja un comentario