“Yo no invento nada, imagino todo.
La mayor parte de las veces he dibujado en imágenes la vida cotidiana que me rodea.
Pienso que, capturando la realidad del modo más humilde y sincero y de la manera más cotidiana posible, lograré penetrar en lo extraordinario”.
-Brassaï.
Brassaï es conocido como el fotógrafo de París por ser uno de los primeros en retratar en profundidad esta prolífica ciudad de artistas. Contemporáneo y amigo de otros grandes creadores como Picasso, Matisse o Dalí, Brassaï fue pintor, ilustrador, periodista, director de cine, escultor, poeta y sobre todo, fotógrafo.
Gracias a sus fotografías vemos el retrato de una época, de una ciudad, su relación con el arte y con las personas que la habitan de noche y de día, de clase alta y baja.
Brassaï es el ojo de París, el retrato de una ciudad que nunca duerme…
Como tocado por la varita mágica: así fue el húngaro Gyula Halász, también conocido como Brassaï. Testigo privilegiado de la París de los años 20, fue el fotógrafo por excelencia del arte y la bohemia.
El retrató, por ejemplo, la intimidad de sus amigos Dalí y Picasso; o a Henry Miller y Jacques Prévert yendo de copas, por los barrios de Montparnasse y Montmartre.
Documentó un joven surrealismo, la calle ganada por la gente, la noche.
Las amantes, las prostitutas, los gatos. Todo lo que veía en París, todo lo que fue su particular vida noctámbula, quedó impreso en forma de fotos.
“Lo que es terrible en la vida es que olvidamos las cosas”, había comentado una vez el artista, explicándose: “por eso las fotografío”.
“Brassaï fue el primero en sacar fotos de las esculturas que hizo Picasso”, cuenta Gouvion Saint- Cyr.
“Una noche se había cortado la luz y entonces, para poder fotografiar, Brassaï le pidió a Picasso que encendiera las luces de su auto y que iluminara con eso”.
El testimonio de esa noche puede verse en “Boisgeloup”:

Su verdadero nombre era Gyula Halász y nació en 1899 en Brașov (al sureste de Transilvania) que hoy pertenece a Rumania. Por su lugar de origen obtuvo, eventualmente, el sobrenombre de Brassaï.
Este fotógrafo que trabajó en París desde 1924 hasta su muerte en 1984 pertenece a dos grupos peculiares: Primero, el de los más grandes artistas de la lente en la historia. Y segundo, el enigmático colectivo de fotógrafos húngaros del período de las entreguerras.
El por qué hubo tantos fotógrafos húngaros geniales en aquella época sigue siendo, al final del día, un gran misterio.
Junto con Brassaï podemos contar a otros fotógrafos húngaros como Martín Muncácksi, Károly Escher, Zoltán Glass, Béla Kondor, László Moholy-Nagy, André Kertész…
El propio Robert Capa (originalmente llamado Endre Ernö Friedmann y nacido en Budapest en 1913) dijo “Para ser un gran fotógrafo, primero y antes que nada, se necesita ser húngaro.”
Brassaï estudió pintura en Budapest, se mudó a Berlín (1920) y luego fijó su residencia en París. Rápidamente se hizo amigo de personajes como Jacques Prévert, León Paul Fargue o Henry Miller.
Eventualmente fue un gran retratista de artistas como Picasso, Matisse, Miró, Giacometti, Dalí y escritores como Michaux o Genet. Sin embargo lo que lo volvió famosos fue su retrato del París nocturno: Un largo recorrido por los adoquines y serpenteantes aceras de la ciudad luz que deambula en los interiores de clubes, bares, burdeles entre nieblas y humedades.
En sus fotos se entrecruzan, como dijo Juan Manuel Bellever: “mendigos y aristócratas, canallas y prostitutas, héroes y villanos.”
Brassaï tenía un modus operandi fotográfico peculiar. En las escenas exteriores, su tiempo de obturación solía ser la duración de un cigarrillo. En interiores, colocaba su cámara en trípode, abría el obturador y, a veces, disparaba un destello de luz.
Mientras Robert Doisneau capturaba el lado más ligero del París diurno en la posguerra, Brassaï deambulaba, en el período de las entreguerras, con su cámara capturando a las criaturas de la noche, con toda su belleza, intriga y enigmas. No es raro que Brassaï haya influido en la obra del más grande fotógrafo Chileno, Sergio Larraín y su serie de fotografías del Valparaíso nocturno, pero esa, como dicen, es otra historia.
Brassaï fue un testigo de aquella Belle Époque en extinción. Si Eugène Atget capturó el viejo París que se fue, Brassaï lo hizo de las callejuelas, el graffiti y las guaridas nocturnas.
Brassaï dijo que trabajó en “un tiempo, un lugar, un momento cuando una cierta fotografía es posible. Si uno falla, no puede recapturarla jamás.” Se trata de un gran recordatorio para todos los fotógrafos de esa posibilidad de retratar el Zeitgeist desde el aquí y ahora.
Las fotografías de Brassaï tienen esa recóndita cualidad de mostrar lo que debería ser sórdido como algo mágico. ¿Era el ojo de Brassaï o ese París los que dotaban de ensueño a esos ambientes nocturnos y convertían a clientes y prostitutas en amantes y cómplices? No lo sabemos: ni este fotógrafo, ni el París nocturno de finales de la década de los 20s están ya con nosotros. Solamente nos quedan las fascinantes imágenes de Brassaï y su Paris de nuit.

Vía: Archivo Clarín, Oscar en fotos y Artsuppc
