
«No es tan sólo mirar.
El alma se desprende con los ojos, tensa y liviana, para fundirse en otros ojos y atravesarlos
con su propia realidad.»
«Tener coraje, meter los ojos en la noche, buscar el principio de las oscuridad, vestirse de sol. Festejan los muertos, con una danza callada, algún otro nacimiento.»
-Lucio Boschi
«Cuando uno muere, es como dejar una ropa antigua que se desarmó, pero el alma sigue viva y hay que tener un gran respeto porque es sagrada, por eso yo le converso a mis abuelos, a sus almitas, así como estamos conversando nosotros, le hago mis pedidos y ellos me ayudan cuando estoy afligida, siento como que alguno me ha consolado y se hizo el milagro y si no ayudan les retamos, con mis almitas me juego, bromeo, son parte de mi cuerpo.
Tenemos que acordarnos de enflorar la cruz o poner velitas y agua para que se quiten la sed, tenemos que hacer coquear a las almitas y llevar flores, el perfume de las flores, eso comen ellos.
Yo pido para que me lo saquen el mal pensar, los almas son los mejores médicos, nos aconsejan al oído, en el sueño, por eso no hay que tenerles miedo, ellos nos cuidan como las estrellitas en el cielo, los ancestros son nuestra historia de cientos y miles de años, entonces hay que cuidar a sus espíritus, a sus restos, a sus huesos que ya se han callado pero que son los representantes de nuestros abuelitos, de los que vivieron aquí mucho antes…»
-Evarista Rodríguez, Florera
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«Los pobladores que vivimos en la quebrada y puna estamos conformes con este silencio porque nos ayuda a tener una reflexión de nuestras vidas, nuestros quehaceres, la familia y una intimidad de respeto con la tierra.
Tenemos la costumbre de no estar hablando con alguien pero sí estamos dentro de nosotros mismos y el silencio acerca bastante a relacionarnos con el espíritu, aunque creamos en Dios o en otros Seres.
La gente de los grandes poblados, donde hay demasiado movimiento, piensa que somos ignorantes, que no tenemos nada que hacer, nada que decir, ellos creen que hablar es saber y acá en la puna el conocimiento se cultiva con el silencio, hablar poco pero hacer más. Somos reservados y hablamos con fundamentos, otros hablan y hablan y no tienen comprobación, eso no nos conmueve.»
-Rosaura Ramos, Asistente social
«No es tan sólo otra cultura singular.
No son tan sólo las manos y la voluntad las que se mueven sobre el telar, la arcilla, el campo por arar, el sabor de la comida o, tal vez, el rebaño, la madera, las plumas, la fibra vegetal, la piedra, el metal…
sobre la tierra americana que trasciende desde su acción empecinada y por eso, eterna.
No son tan sólo jóvenes y viejos, mujeres y hombres, niños y niñas.
En las voces de la fiesta, todos cantan con la voz única de la memoria única y sueltan hacia el tiempo la palabra de Ser en otra orilla del mundo.
Emociones silenciosas de una suerte demasiado conocida desde el alma a la conciencia.
Tal vez baste dolerse o alegrarse profundamente en un cuarto de adobes, de piedras, de ramas o de latones deslucidos para unirse en la respiración que mantiene vivo al Universo.
Imágenes en penumbra imágenes en luz
Gestos sol viento salares cumbres
Murmullo selva arenales nieve ríos
El tiempo en los pies la manta en el cuerpo
Y la certeza de que los dioses ritman otro orden metafísico en cada Rostro con su Corazón
Así en la Vida como en la Muerte
Así en la Memoria como en el Olvido.

Los pueblos de los Andes no caminan con ansiedad porque laten al ritmo de la tierra.
Su atención está dedicada a mirar con total claridad la vida y confiar en la naturaleza de la muerte.
Se podría decir que viven una dimensión distinta a la que estamos acostumbrados y habitan sus territorios de una manera más austera con el sabor del silencio, donde todo adquiere significado y profundidad.
Me emociona fotografiar este lenguaje perfectamente inocente porque siento que representa a los impulsos originarios del hombre, al refinamiento fundamental, pero sobre todo me interesa honrar a los primeros habitantes de los Andes porque han sido subestimados y rechazados de sus propios suelos en un árido mandato de torpeza humana que me afecta y no puedo interpretar.
(…) Nuestro diseño burocrático ha establecido una carencia de valores naturales y una ausencia de intimidad entre los humanos y su tierra.
Es necesario recuperar la sensibilidad de los antiguos valores, la calma de los pastores que andan por los cerros con sus ojotas a veces rotas, sus camisas descosidas y su alma entera como un templo.
Intento que mi trabajo represente la vida cotidiana de estos pueblos, como la vivo al compartir el tiempo con ellos.
Son imágenes que no tienen ánimo de ser un documento etnográfico, sino el propósito de afirmar que esta cultura enriquece al mundo.
Siempre pido permiso antes de alzar la cámara. Es muy importante para mí que las personas reciban sus retratos y trato de entregárselos personalmente para escuchar sus palabras francas.
Pienso que la sencillez es una virtud. Siento que en el silencio, el espíritu encuentra su más elevado arte.
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Un campesino tiene que caminar cuatro o cinco kilómetros para buscar agua y un señor que tiene agua en su casa no encuentra motivos para salir a caminar.
Cada realidad tiene su beneficio y su dificultad.
Todo ser viviente tiene un espacio real para ocupar, los componentes están unidos y equilibrados, Cuando abusamos y excedemos nuestros límites quebrantamos ese balance y desajustamos el orden universal que hay en las cosas.
El hombre es feliz cuando orienta su voluntad respetuosamente hacia la existencia; esa tarea se cumple aquí y ahora con acciones claras y delimitadas. La cercanía entre el campesino y el producto de su labor es orgánica y espontánea y refuerza el vínculo de los materiales naturales con el hombre.
No tengo una idea romántica de la armonía, tengo una visión más cruda, donde la aceptación de la vida incluye la belleza y la ferocidad; entre ambas, día tras día, todos somos puestos a prueba.
La capacidad de simplificar la existencia cotidiana y de interpretar su ritmo no cómo una medida sino como una forma de existir en la tierra.

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Los humanos como especie estamos siendo un problema para el resto porque nuestra vida no se integra a todo lo existente. Si miramos las acciones con perspectiva, pareciera que el espíritu del Hombre se mueve con ritmos postizos y no ocupa su justo lugar en lo universal. Nos cuesta acomodar nuestro mundo interior en el mundo que nos rodea y ésta es la alianza más importante: buscar la máxima resonancia con lo natural y el amor recíproco de las partes.
Todas las estrategias deberían estar apuntadas allí, para establecer la experiencia posible donde cuidar la tierra sea el camino a seguir. El universo es un sistema de ritmos y energías y al pensamiento del Hombre le cuesta deslizarse en paralelo con esa resonancia existencial, más bien tiene una actitud perpendicular que interrumpe la sincronicidad.
La tierra lo suministra todo, pero hacemos mal uso de los recursos disponibles porque creemos que están a nuestro servicio y no captamos la responsabilidad que significa formar parte de un Todo.
Estar al margen de la naturaleza es insostenible y en cambio de latir con ella es la sensación más alivianadora del mundo.
Mientras mejor nos alineamos con la existencia, más honramos la creación y la vida que nos fuera concedida cobra un sentido mayor y eso nos da paz.
Observar con lucidez el camino que nos configura la sociedad, porque está basado en estructuras artificiales y no naturales. Buscar el rendimiento espiritual y no tanto el material. Separar las necesidades reales de las inventadas, leer mejor la información.
¿Qué se premia? ¿Cuál es el éxito?
La más triste de las privaciones es no dar lo mejor de nuestro espíritu y las trabas para hacerlo están casi siempre adentro nuestro y no afuera. Los bloqueos internos son los mayores obstáculos, el peso de nuestros miedos, el lugar que ocupamos en los círculos viciosos y la seguridad que proporciona el funcionamiento colectivo que termina siendo un instinto de supervivencia barato.
Mirar la existencia con claridad, hacer nuestros planes y colaborar con los planes que tenga la vida para nosotros. No atascarnos entre los laberintos organizados por la sociedad y la religión. No aplastar el sentimiento con el intelecto. Encontrar los pasos propios y un recorrido posible de luz en nuestro espacio inmediato teniendo conciencia de la multiplicidad de planos.
Los talentos son una posibilidad, no son un logro y el camino que lleva de uno al otro es una tarea para la vida y requiere una actitud dedicada y capaz, nos paguen o no.
La sustancia humana puede tener una eterna insatisfacción y una débil capacidad de agradecimiento. Más allá de las épocas y las contradicciones, el vivir bien es una tarea personal, lidiar con los problemas es parte de todo, siempre lo ha sido, siempre lo será.
La naturaleza es siempre cruda y elegante, los pueblos también, su identidad y su respeto por la tierra son indivisibles y esa es mi imagen favorita.
Vivir, vivir intensamente, ese es el rezo primero.
Busco mi centro de gravedad para acomodarlo, porque siento que la amistad responsable del Hombre es uno de los antiguos sueños de la tierra.
Donde exista la vida, siempre, una ceremonia está a punto de dar comienzo.

Paso las horas contemplando todo lo que sucede a mi alrededor y descubro la vida manifestándose en cualquier metro cuadrado del mundo. Pierdo el tiempo durante tardes enteras observando cómo se mueven los árboles y al hacerlo siento que gano el tiempo. Me cuesta pensar en términos de lo que sucede en vez de soñar lo que debería suceder, pero acepto todas las formas de lo existente, tal cual se presentan.
Voy aprendiendo las cosas con mucha lentitud. Siento que no hay un centro por que no hay una forma única, ni una figura, solo un orden superior no verificable donde el hombre ve distintas interpretaciones y posibilidades. La fe es entregarse a ese orden. No me concentro en ninguna imagen o concepto de Dios, sin embargo, ante la felicidad y el miedo me encomiendo a él y confío.
Siento que la búsqueda espiritual es asumir responsabilidades con la vida, es algo personal y requiere libertad. Cuando la sociedad y la religión imponen caminos, bloquean caminos. El pensamiento necesita flexibilidad y quietud, un rato suficiente para respirar la naturaleza y su abundancia. Cuando no queda lugar para meditar sobre el propio rumbo nada se investiga, ni se revela.
Donde no hay silencia ni espacio interior, se demora el encuentro con nosotros mismos y eso nos distancia del propósito sagrado que el descubrir quién uno es y tener la claridad para serlo…»
-Lucio Boschi (Pasajes de «un mismo rezo (2007)», «una argentina (2005)», «danza callada (2002)» y «señores de la tierra (1996)»




















