Nebulosa planetaria “La Mariposa”; posee una clara estructura
bipolar. La estrella que se está despojando de su envoltura está en el
corazón de la mariposa.

» En nuestra constitución íntima somos todos de origen extraterrestre.

Por ello Hubert Reeves, ese gran astrofísico y divulgador canadiense-francés, ha dicho que “somos polvo de estrellas”.

En verdad, estamos hechos de un exquisito cóctel cósmico, un concentrado de origen estelar diluido en hidrógeno proveniente del Big Bang.

Parafraseando a Ray Bradbury, si quiere conocer a un extraterrestre le bastará al amigo lector o lectora con mirarse al espejo. Los extraterrestres somos nosotros; ¡somos extraterrestres de la cabeza a los pies!

Aristóteles, hace dos mil quinientos años, planteó una dicotomía entre el mundo sublunar y el mundo supralunar.

Newton demostró que ambos mundos están regidos por las mismas leyes.

Kirchhoff nos demostró, en 1859, que ambos mundos están constituidos por los mismos elementos químicos.

Hasta donde hemos estudiado, las leyes de la física que se han descubierto en los últimos siglos rigen en la Tierra, en el sistema solar, en la Vía Láctea y en el universo entero. Pese a lo anterior, el hombre de la calle sigue tratando de ver como cosas separadas a la Tierra y el cosmos.

No hay nada más erróneo.

La Tierra entera y cada una de sus partes tiene un origen cósmico.

Todos los elementos químicos de la Tierra provienen del cosmos.

Todos los átomos de nuestro cuerpo provienen del cosmos.

Todos, salvo los de hidrógeno, han sido producidos al interior de una estrella, han viajado en una nebulosa planetaria o en una supernova, contaminaron la nebulosa solar primitiva, pasaron a constituir parte de la Tierra y nosotros los estamos ocupando desde hace unos pocos instantes en esta sinfonía cósmica.

La Tierra es menos que un grano de arena en la playa del océano cósmico.

La arrogancia histórica del hombre nos ha hecho pensar que la Tierra es muy importante, pero hoy sabemos positivamente que solo es importante pues en ella vivimos nosotros y millones de otras formas de vida; en una perspectiva más amplia, cósmica, hasta los ecos del Big Bang, esa arrogancia se desvanece completamente.

Si aceptamos la invitación de Carl Sagan de mirar nuestro planeta desde las profundidades del sistema solar, lo veríamos simplemente como un punto azul pálido, indistinguible dentro de miles de astros que llenarían el firmamento gélido de mundos como Neptuno o Plutón.

Estamos indisolublemente ligados al cosmos,

somos

solo

polvo

de

estrellas.»

-José Maza (JOSÉ MARÍA MAZA SANCHO (Valparaíso, Chile, 1948), es licenciado en
Astronomía por la Universidad de Chile y doctor en Astronomía en la Universidad de
Toronto, Canadá.
Luego de terminar la enseñanza secundaria en el Internado Nacional Barros Arana,
ingresó en 1964 a la Universidad de Chile como estudiante de ingeniería y
posteriormente realizó un magíster (1975) y doctorado (1979) en astronomía, ambos
con mención en astrofísica, en la Universidad de Toronto.
Desde 1968 enseña en su alma máter, donde ha sido director del Departamento de
Astronomía (1997-2000). Entre 1979 y 1984 encabezó el proyecto de búsqueda de
supernovas en cerro El Roble y formó parte del proyecto Calán Tololo, una iniciativa
chileno-estadounidense que permitió el trabajo conjunto de la Universidad de Chile
con el observatorio del cerro Tololo para rastrear este tipo de explosiones estelares.)

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