Kristin Vestgard

«el que habla miente,
el que saborea
conoce».

-Rabiah al-Baṣri

“Y ahora el sol en esplendor teñido se hundió,
  El oeste resplandecía con una luz carmesí;
El laurel parecía una lámina de oro bruñido,
  Sus aguas brillaban con tal resplandor brillante.

Anclados yacían los yates con velas blancas como la nieve,
  Recortada contra el cielo resplandeciente de tonos rosados.
Ninguna onda agitó el tranquilo reposo de las aguas
  Salvo cuando una pequeña embarcación pasó a toda velocidad.

Nuestro bote estaba a la deriva lentamente, suavemente alrededor,
  Para descansar seguro hasta que cayeran las sombras de la tarde;
Ningún sonido perturbaba la quietud del aire,
  Guarda el suave repique de la campana vespertina.

Sí, a la deriva, a la deriva; y pensé que la vida,
  Cuando se acerca a la muerte, es como el cielo del atardecer:
Y la muerte no es más que la deriva lenta y segura
  Para descansar mucho más seguro, poco a poco.

Entonces déjame ir a la deriva a lo largo de la Bahía del Tiempo,
  hasta que mi último sol se ponga en una luz brillante;
Déjame echar el ancla donde no caigan sombras,
  Amarrado para siempre en el brillante puerto del Cielo.”

-Olivia Ward Bush-Banks

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