~The Obvious Unseen~

«Jueves, 14 de febrero, 11 hs
De mi para mí :
A mi cuerpo:

Perdón por hacerte aguantar tanto, no te lo merecías. Lamento no haber pedido ayuda hasta el punto de haber tenido que pedir auxilio.
Perdón por haberte ignorado, por no haber reconocido tus señales, por haberlas subestimado.
Dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde y, en este caso, tristemente, es verdad. No te valoré hasta ahora que solo sos los escombros de mi falta de conciencia, pero no me rindo: a partir de los escombros solo queda construir. No puedo volver el tiempo atrás, pero me atrevo a jurarte que, si la vida nos regala una nueva oportunidad, me voy a encargar de recompensarte, amarte y honrarte como siempre te lo mereciste, mi guerrero.
¡Ahora te veo! Veo las noches que te intoxiqué de café para tener resultados que impresionaran vaya a saber a quién.
Veo la cantidad de pastillas que tomé para tapar el dolor y el cansancio, para silenciarte, cuando lo único que estabas haciendo era protegerme.
Veo que siempre estuviste de mi lado y yo nunca estuve del tuyo.
Veo que me avisaste cada vez que iba más rápido que la vida, para que la muerte no me alcanzara antes.

Veo que estuviste ahi, siempre, para mi, a pesar de mi rechazo.
Quizá sea tarde, quizá ya no sirva, pero siento que mientras respire estoy a tiempo de decirte: ¡gracias!
Gracias, pies y piernas, por permitirme llegar a todos lados; gracias, brazos, por permitirme rodear y sentirme rodeada por un abrazo cada vez que me sentía sola o rota.
Gracias, cuerpo delgado, por protegerme del frío, del calor, del maltrato… Ahora entiendo que no sos valioso por tu tamaño sino por tu resistencia.
Gracias, corazón, por haber llegado hasta acá, aunque me gustaría tenerte conmigo hasta el final, tal vez tenga que seguir sin vos y prometo recordarte con respeto, honor y gratitud. ¡Fuiste un campeón! Supiste convertir toda la mierda que te mandé en abono para crecer, para florecer y para seguir intentándolo una y otra vez.
Gracias, corazón, por enseñarme que el amor es el camino. No veía claro a quién darle todo eso que sentías… Era a mí, era amor propio lo que necesitaba y, aunque me diera cuenta un poco tarde, te doy las gracias por haberlo intentado hasta las últimas consecuencias.
A mi mente:
Gracias por no rendirte, gracias por ver luz hasta en la más absoluta oscuridad.

Gracias por ser un manojo de voluntad sin importar el tamaño de la adversidad.
Se que esta situación te tiene revuelta, confusa y enojada.
Escuchame lo que te voy a decir: «Tranquila, todo se está acomodando».
Estos días a solas lograron algo que nunca hubiera podido hacer: solté el control, abracé el miedo y la incertidumbre.
Toca confiar en la vida, toca elegir tu paz.
Gracias por dejarme esconder debajo de vos, por ser mi paraguas durante todo este tiempo, pero te libero…, me toca bailar bajo la lluvia.
Ojalá podamos seguir juntas y en un tiempo contar todo esto como una gran anécdota.
Gracias, mente, ha sido un placer compartir estos treinta y tres años con vos.
A mi enfermedad:
Ya no te odio, no te tengo miedo y hasta te estoy un poco agradecida.
No sé qué va a pasar a partir de acá, pero sé qué habría pasado si no hubieras llegado: yo no habría estado a solas conmigo y me habría ido sin haberme conocido.
Esta pausa forzada me hizo tomar consciencia del milagro que es la vida. Conocí y valoré el silencio, el ruido de los pájaros por la mañana, el olor a pan tostado, el cielo turquesa, la sensación de caminar descalza, el poder de cambiar mi energía solamente permitiéndome sonreír o llorar.
Quedarme conmigo misma me obligó a conocerme, aceptarme, perdonarme y amarme. Ahora me caigo de puta madre y desde mi punto de vista merezco otra oportunidad, pero bueno, suelto y confio en el plan de mi alma.
Querida yo: te amo, no te rindas, queda mucho por vivir, queda mucho por sentir.»

-Eva (De “Mientras respires, estás a tiempo”, Leti Arévalo

Deja un comentario