
Nunca des todo el corazón,
porque el amor si es verdadero
de las mujeres apasionadas
no será tema ni soñarán nunca
que de beso en beso lo amoroso
se apaga porque no es amor
sino un placer fugaz y fantasioso.
Nunca des todo el corazón,
no rotundamente porque ellas,
de lo que digan a pesar sus labios
al juego entregaron sus corazones
¿Y quién podrá jugarlo
si está sordo y mudo y ciego?
El costo sabe el que esto escribe
porque dio todo el corazón
y lo perdió.
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MEJOR NO AMAR POR MUCHO TIEMPO
Cariño, mejor no amar por mucho tiempo:
yo amé por mucho, mucho tiempo
y envejecí hasta pasar de moda,
como una vieja canción.
En los años de nuestra juventud
ninguno de los dos podría haber diferenciado
los pensamientos propios de los del otro,
hasta tal punto éramos uno.
Oh, pero ella cambió en un minuto:
mejor no amar por mucho tiempo
o vas a pasar de moda
como una vieja canción.
-Yeats
Los consejos del viejo Yeats tienen algo de contemporáneo.
Los poemas se pueden leer como si fueran pasajes del Fragmentos de un discurso amoroso, de Barthes.
El primero de los consejos es no dar todo el corazón, como si el vínculo amoroso tuviera su condición de prosperidad sobre la base de una mínima reserva histérica, un velo erótico que sólo puede funcionar por la parcialidad de la entrega, nunca por su totalidad.
La traducción del segundo poema merece una salvedad, ya que, literalmente, “O Do Not Love Too Long” repite el mismo caracter afirmativo de “Never Give All The Heart”: “Oh no ames por mucho tiempo”. Preferí “Mejor no amar por mucho tiempo” porque, en mi oído, me llevaba a un cruce, improvable, con la voz de Luca Prodan en “Mejor no hablar de ciertas cosas”.
Eso: “ciertas cosas”: hay algo en estos poemas que parece convocar el dolor y la risa, es decir, la proximidad y la distancia, y por lo tanto, la tragedia y la comedia; hasta el punto que en el segundo poema, el enamorado pasa de moda como una vieja canción, como si lo efímero, lo leve, ese minuto en que la amada cambia, fuera el corazón final del universo amoroso.
-Traduccion y nota de Matías Moscardi

