.cartas a un corazón latino-1-Pablo Neruda

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«Junto con tu viaje tendrías que
aceptar tu parte de sufrimientos
y miserias, que existen en mi vida
en mayor cantidad que en las
de otros hombres.»
Pablo Neruda
Pablo Neruda
Pablo Neruda nació en Parral, Chile, el año 1904, con el nombre de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto. Publicó su primer artículo, titulado «Entusiasmo y perseverancia», a la edad de trece años. Antes de los quince, ya publicaba poemas en la revista Corre-Vuela de Santiago de Chile. Con dieciséis, adoptó el seudónimo de Pablo Neruda, ganó su primer premio y se convirtió en presidente del Ateneo Literario de Temuco. Se preparaba para ser profesor de francés, pero la literatura le absorbía.
En 1923 publicó Crepusculario, y en 1924, con veinte años, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Dirigía una revista, colaboraba en otras, parecía abocado a una producción infinita cuando abordó la carrera política y fué nombrado cónsul en Rangún, Birmania, en 1927, abandonandolo todo y viajando al otro extremo del mundo a través de Buenos Aires, Lisboa, Madrid, París y Marsella, ciudades en las cuales hizo mucho amigos.
Sin embargo, Pablo Neruda no dejó de escribir y de enviar poemas y artículos a diarios y editoriales. En 1929 era cónsul en Colombo, Ceilán; en 1929 estaba en la India; en 1930 era cónsul en Batavia, Java, y en 1931, en Singapur. Durante estos años escribió sus cartas más tristes.
Quien quiera leer sus memorias no tiene más que hacerlo en su obra Confieso que he vivido, donde, de la manera más poética posible, relata su infancia y sus progresos hasta su vuelta a Chile: «Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje inolvidable fué la lluvia. La gran lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. En esta frontera, o Far West de mi patria, nací a la vida, a la tierra, a la poesía, a la lluvia».
Este texto de sus memorias, nos predispone a comprender al poeta. Veo algunos poemas entremezclados con los fragmentos de las cartas, y pienso, de manera poco coordinada, que el sur de Chile es uno de los lugares más lluviosos del mundo. No sé por qué me ha venido a la cabeza de pronto esta frase inconexa, como si la poesía y la lluvia tuvieran que ir necesariamente juntas, y no es verdad, pero en el alma de algunos hombres es posible esta conjunción, como la alineación de los astros que predisponen de forma invisible.
En 1921, a la edad de dieciséis años, Pablo Neruda conoció a la que sería el gran amor de su vida, Albertina Rosa, y le dedicó sus primeros poemas:
   «Amiga, no te mueras.|
Óyeme estas palabras que me salen ardiendo,|
y que nadie diría si yo no las dijera.»
Albertina está en la raíz de sus veinte poemas de amor, y su separació dió lugar a las cartas de amor de esta exposición. Algunas están escritas desde Santiago, otras desde Valparaíso, Temuco, Puerto Saavedra. En su juventud, Neruda no dejó de viajar entre la ciudad de Santiago y Temuco, donde vivían sus padres, y tal vez  esa ansia por no permanecer a ninguna parte le llevó a la carrera diplomática, con lo cual se abocó voluntariamente a una soledad casi insoportable, que culminó en Colombo, capital de  Ceilán, actual Sri Lanka y uno de los paises más bellos del mundo, y que así sería si uno no estaría enamorado de una dama que vive a miles de kilómetros y permaneciera aislado junto a la desembocadura de un río, en un ambiente tórrido y tropical, cercado por los elefantes.
El 18 de diciembre de 1929, escribía desde Colombo a Albertina, que estaba en París, pidiéndole inútilmente que acudiera a su lado. Pero Albertina se resistió siempre. Las cartas de Neruda, escritas a vuelapluma, denotan la espontaneidad del autor
   «Albertina querida, hace dos horas he recibido tu carta y me entero de tu problema en la Universidad.
Te contesto:
En primer lugar, creo que no debemos sacrificar nuestra posible felicidad, o aún postergarla o ponerle obstáculos.
Luego todo esto: no pienses que pueda ir a Europa, no tengo dinero para ello, ni puedo alejarme de mi puesto, por el momento. Aún en caso de que yo pudiera verte allí, no te dejaría partir a Chile, no, absolutamente.
Mi idea es ésta: que te vengas como humanamente puedas, y si es posible empleando el pasaje de regreso a Chile, que podrías cambiar en la Compañía. Sé perfectamente lo que esto quiere decir, no te asustes, cuando ya nos hayamos casado escribiré a Molina o al que sea y trataré de pagar tus pasajes y tus gastos hasta el último centavo. De todas maneras, si llegas a hacer esto hazlo sorpresivamente, y sin que nadie sepa que yo te lo he sugerido, ya que esto podría dañarme en mi carrera.
Una vez que estés conmigo todo irá bien.
Además si te fueras a Chile de una u otra manera, yo no podría prometerte nada. En una carta que te escribí anoche y que irá por el Correo ordinario, te hablo de esto, y tú me comprendes. Estoy fatigado de vivir solo, y si esta vez desapareces no volveré a verte nunca. De esto puedes estar segura. Las distancias y el tiempo cuentan para algo en esta vida. Mi casa te gustará mucho. Es pequeña, y está casi sobre el mar, y el fresco olor del mar la llena.
Espero, mi novia, que harás lo que tu corazón te mande,
Te beso una y mil veces  y una y mil veces más
Tu Pablo
¿Has recibido mis cartas? ¿Te parezco viejo y feo en mi retrato…?…»
 Las esquinas de la carta, están llenas de anotaciones:
   «…Nunca un aeroplano llevó tantos besos…»
   «…Contéstame cada pregunta y no olvides decirme que me quieres si esto es verdad…»
   «…Es verdad que aún me quieres? ¿Sientes las caricias que van a recibirte? ¿Te sientes desnuda entre mis brazos?… ¡Yo pienso en tí con tanta pasión, casi con dolor! Y me parece que es la primera vez que te confieso que te he querido tanto…!…»
Y aún añade un poema:
   «…En el fondo del mar profundo, |
en las noches de largas listas|
como un caballo cruza corriendo|
tu callado, callado nombre…»…,
que después resultará ser la primera estrofa de su Madrigal escrito en invierno.
Estando en Ceilán escribió parte de los poemas comprendidos en Residencia en la Tierra, los más dolorosos de su producción. En Colombo sólo tenía trabajo una vez cada tres meses, cuando llegaba un barco desde Calcuta con parafina y té para Chile. El resto del tiempo permanecía desocupado. El poema que hay aquí dice:
«…de miradas polvorientas caídas al suelo| o de hojas sin sonido y sepultándose.| De metales sin luz, con el vacío,| con la ausencia del día muerto de golpe…»
En una carta del 19 de diciembre de 1929 escribió:
«De ningún modo quiero forzarte a que vengas conmigo. No puedo ponerme en tu situación, y después de leer tu única carta por centésima vez noto que tal vez deseas irte a Chile. También junto con tu viaje tendrías que aceptar tu parte de sufrimientos y miserias, que eixsten en mi vida en mayor cantidad que en la de otros hombres.
Harás como desees.
Tuyo, Pablo…»
Y en otra del 12 de enero:
«Mi mocosa bienamada, quiero que perdones en algo la carta que va con esta, y lo desagradable que pudiera parecerte.
Mira, hago una vida muy solitaria, en general no hablo con nadie a excepción de mi sirviente, por semanas y semanas.
Comprenderás por qué, si es que vienes, como espero. Así pues, de la gran alegría que he tenido al saber de ti de nuevo, a nadie puedo decir nada, ni en nadie puedo desahogar mis furias por algún contratiempo. Tú sabes que no tengo muy buen genio… Y cuando algo pasa debo tragarme solo, toda la alegría o la pena de lo que sucede. Así pues, perdona a este viejo mocoso si hay reproche o amargura de vez en cuando en sus palabras. Vienen de mi corazón, como mi gran amor por tí, querida mía.
Te beso infinitamente…»
Y luego una carta que muestra el enfado del poeta:
«Mi Albertina, apenas puedo contener mi furia y escribirte con calma. Ayer me devolvieron de tu famosa calle Jourdan mi importante nota certificada, con la nota Parti sans laisser adresse. Debo decirte que veo cierta cruel falta de responsabilidad de tu parte, que en verdad no sé cómo tomar. He estado pensando locamente en ti todo este tiempo, pensando en cómo debo solucionar los mil conflictos que tu venida podría traer, y esperando con angustia una palabra tuya, y cuando la creía llegada, tengo mi carta devuelta, porque tú no te has dignado dar instruccion es al respecto.
Ayer creí volverme loco de rabia, decepción, tristeza.
Supongo que mis otras seis o siete cartas enviadas a la misma dirección se perderían también.
Como si esto fuera poco, en este momento recibo una tarjeta tuya de Londres «Tu silencio me inquieta, etc»…y naturalmente me das una nueva dirección en Bruselas. Entonces a qué dirección debo enviarte ésta? ¿Puedo estar seguro de algo contigo?
Y naturalmente una pequeña postal en un mes. Después de cinco años de absoluta mudez, lo que tienes que decirme, ¡cabe en una postal!
Dime, Albertina,¿debo dudar de tí?
Si recibes alguna de mis cartas, verás cómo yo te quiero.
Estoy furioso, irritado, no deseo decirte más cosas, que podrían hacerte sufrir.
El tiempo de tu regreso se acerca y aún no hemos llegado a nada, no me has contestado aún a mis proposiciones. Si te vienes, como espero, necesito saberlo mucho antes, y arreglar mis finanzas, y pensar en los miles de detalles que suponen nuestro casamiento y existencia. Cada una de estas cosas te he explicado muchas veces en mis numerosas cartas. En la carta devuelta iba y volvió un retrato mío que te enviaba. ¿No te parece un castigo no tenerlo?
No creas que porque te reto,
Te adoro menos…»
En muchas de las cartas manuscritas hay dibujos simples, como de niño, que muestran flores o, sobre todo, lugares que Neruda quiere dar a conocer a Angelina.
Hay una última carta de Neruda. Ha pasado el tiempo, y Neruda ya se ha dado cuenta de que Angelina no se casará con él:
   Universidad de Concepción:
   «Muchacha huiría, así que trataré de seguir viviendo en la hora.
No quiero hablarte del daño que me has causado, no serías , capaz de prender -quiero sin embargo pedirte algunas cosas y espero que en recuerdo de otros tiempos harás lo que te digo.
He querido hacerte mi esposa en recuerdo de nuestro amor.
Deseo además que destruyas las cartas originales y cosas mías que aún tienes y me envíes los retratos que te he dado. No quiero que ellos vayan a parar en manos de tus amigos de Concepción (estoy informado).
Especialmente necesito me envíes de vuelta de correo el retrato que te envié dos veces a Bruselas, en cartas certificadas. Es un retrato en traje de Bengala que necesito con urgencia y te ruego como grande y último favor que me lo devuelvas inmediatamente.
Adiós, Albertina, para siempre. Olvídame y créeme que sólo he querido tu felicidad…»
Neruda, incapaz de soportar la soledad, se casó con María Antonieta Hagenaar Vogelzam, una holandesa espigada y seria como una estatua de Java. En la carta que le envió a su amigo Ángel Cruchaga, más tarde marido de Angelina, pidiéndole que diera a conocer su boda en Chile, dice: «Me he casado (…) Para qué decirte que esto es para complacerla a ella».
Pero el amor es ciego y Neruda no olvidó a la ingrata Angelina, sino que siguió escribiéndole cartas y poemas de amor…  
Pablo Neruda
Selección de Teodoro Gómez Cordero
Transcripción de Gabi

2 Replies to “.cartas a un corazón latino-1-Pablo Neruda”

  1. Me encantó que escribieras sobre Neruda! Me gusta tanto su poesía.. Fuí a conocer su casa en Isla Negra, es tan especial ! sus mascarones de proa sus colecciones de botellas de colores, de caracolas. Es como estar con él, con su escencia .. gracias gabita !

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