Belleza
Rosas lavanda.
Encarnan la fragancia.
Matiz sacerdotal del amanecer,
Se despliega el espíritu.
Incluso en el camino al infierno, las flores pueden hacerte sonreír. Son frágiles, efímeras, fieles a sí mismas. Nadie puede alterar su naturaleza. Cierto, puedes destruirlas fácilmente, pero no ganarás nada a cambio; no puedes forzarlas a someterse a tu voluntad.
Las flores despiertan en nosotros el instinto de protegerlas, de apreciarlas, de resguardarlas. Este mundo es demasiado feo, demasiado violento. Debe haber algo delicado que cuidar. El hacerlo es elevarse sobre lo bestial y avanzar hacia lo refinado. Cuando ofrecemos flores en nuestro altar, estamos ofreciendo un regalo elevado. El dinero es demasiado vulgar, el alimento demasiado prosaico. Sólo las flores son inmaculadas. Al ofrecerlas, ofrecemos pureza.
La ternura de las flores despierta piedad, compasión y comprensión. Si esa belleza es delicada, tanto mejor. La vida misma es efímera. Deberíamos darnos el tiempo para apreciar la belleza en medio de la temporalidad.
Deng Ming-Dao
Traducción: Karin Usach
«Dusk shimmers
through the trees
high on dun slopes,
Hokusai blue deepening
toward the inky night.
Rain sweeps the crest
and fades into one of Miles’
nameless muted notes.
How the past swells,
swamping huddled sailors,
dwarfing Mount Fuji,
plunging the trumpet bell,
crushing our lungs
like an ancient stone.
Breathing is what we do
to keep from choking…»
Deng Ming-Dao
-The Tao of Miles-


