
(Paloma en La Boca, San Telmo, Bs. As.)
«Cómo empezar.
O mejor todavía: ¿Cómo empezar?
(Añadir los signos de interrogación que, nada es casual, tienen la forma de anzuelos, o de garfios. Curvas afiladas y punzantes ensartando tanto a quienes leen como a quienes son leídos. Tirando de ellos, trayéndolos desde el claro y calmo fondo hasta la turbia e inquieta superficie. O haciéndolos volar por los aires hasta caer justo dentro de la playa de estos paréntesis. Paréntesis que más de uno criticará o juzgará ortográfica y estéticamente innecesarios pero que, en la incertidumbre de la partida, son, ah, tan parecidos a manos juntándose en el acto de rezar rogando por un buen viaje que ya comienza. «Lasciate ogni speranza o voi ch’entrate», leemos; «Once more unto the breach, dear friends, once more», oímos. Y buena suerte a todos, les desea esta voz a la que la mordaza de los paréntesis vuelve desconocida. Aunque -como suele ocurrir con algunas canciones inolvidables, donde la melodía se impone al título y hasta a los versos del identificador estribillo, ¿cómo se llamaba?, ¿cómo decía?- esta voz también recuerda a la de alguien cuyo nombre no se alcanza a identificar y reconocer del todo. Y, sí, de ser posible, evitar este tipo de párrafos de aquí en más porque, dicen, espanta a muchos de los lectores de hoy. A los lectores electrocutados de ahora, acostumbrados a leer rápido y a leer breve en pantallas pequeñas. Y, sí, adiós a todos ellos, al menos por el tiempo que dura y dure este libro. Desenchufarse de fuentes externas para sólo alimentarse de electricidad interna. Y ésa es -warning!, warning!-, al menos en principio y en el principio, la idea aquí, la idea de aquí en más, están advertidos.)
O mejor aún: ¿Empezar así?
Y, apenas más abajo, lo que sigue.
La luz que se hace para hacer. La súbita pero no inesperada aparición de un paisaje.
Ir de lo general a lo particular, al individuo, al «héroe» del asunto.
El tipo de inicio -el firme establecimiento y fundación de todo un mundo dentro de una página y entre sus líneas, antes de que aparezcan sus habitantes, desplazándose de izquierda a derecha- al que se veían obligadas las novelas del siglo xix. Novelas cuyos autores, en muchos casos, han sido completamente olvidados pero recién luego de haber redactado comienzos todavía inolvidables -¿hay alguien allí que recuerde a un autor titulado Edward Bulwer-Lytton, a una novela llamada Paul Clifford?- como aquél de «It was a dark and stormy night…»….»
-Rodrigo Fresán

(Palomas en La Boca, San Telmo, Bs. As.)

Cuál es el libro de Fresán que citás, Gaby?
Gracias, abrazo 🙂
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Uno de los libros más maravillosos que uno tiene que tener en su mesita de cabecera.
Se llama «La parte Inventada».
Un abrazo!
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Muchisimas gracias, voy a tratar de conseguirlo…
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Por nada. Que lo disfrutes cuando lo consigas!
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A mí no me alejan parrafadas ni paréntesis. Soy una lectora unplugged (favor de insertar risas) frente a tanto efímero, fugaz, líquido (lo dijo Bauman y llegué tarde).
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🙂 Me gusta mucho Bauman!
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