«Ahora por el huerto blanco mi perrito
retoza, rompe la nieve nueva
con patas salvajes.
Corre para aquí corre para allá, exaltado,
casi sin poder parar, salta, gira
hasta que en la nieve blanca queda escrita
en letras grandes y exuberantes,
una oración larga, que expresa
los placeres del cuerpo sobre este mundo.
Oh, yo no podría haberlo dicho mejor»
«Mira, los árboles
están convirtiendo
sus cuerpos
en pilares
de luz,
desprenden una honda
fragancia de canela
y plenitud
los largos estambres
de las totoras
se abren y se van flotando
por las márgenes azules
de las lagunas
y cada laguna,
sin importar cuál sea su nombre,
no tiene nombre
ya.
Cada año
cada cosa
que he aprendido
en esta vida
me devuelve a esto: los fuegos
y el negro río de la pérdida
cuya otra orilla
es salvación,
cuyo significado
nunca sabrá ninguno de nosotros.
Para vivir en este mundo
debes poder hacer
tres cosas:
amar lo que es mortal
abrazarlo
contra tus huesos sabiendo
que tu propia vida depende de ello;
y, cuando llegue el tiempo de dejarlo ir,
dejarlo ir.»
«Toda la tarde llovió, y después
semejante poder cayó de las nubes
en un hilo amarillo,
autoritario como se supone que es Dios.
Cuando golpeó al árbol, el cuerpo de ella
se abrió para siempre.»
«Anoche, bajo la lluvia, unos hombres treparon
el alambrado del centro de detención.
En la oscuridad se preguntaban si lo iban a lograr
y supieron que tenían que intentarlo.
En la oscuridad treparon el alambre de púas, palmo
a palmo.
En la oscuridad, también, capturaron a la mayoría
y los mandaron de nuevo adentro.
Pero unos pocos todavía siguen trepando, o vadeando
la ciénaga azul del otro lado.
¿Cómo se sentirá agarrar el alambre de púas como
si fuera un pedazo de pan o un par de zapatos?
¿Cómo se sentirá agarrar el alambre de púas como
si fuese un plato y un tenedor, o un puñado de flores?
¿Cómo se sentirá agarrar el alambre de púas como
si fuese el picaporte de una puerta, papeles de trabajo o
una sábana limpia con la que te querés cubrir el cuerpo?»
«O esto: un día de lluvia, mi tío
acostado en un lecho de flores,
frío y roto,
arrancado del auto inútil
con su tapa de trapo, y su manguera
larga y brillante. Mi padre
gritó,
después llegó la ambulancia,
después todos miramos a la muerte,
después la ambulancia se lo llevó.
Desde la puerta de calle
me di vuelta otra vez
buscando a mi padre, que se había quedado,
que todavía estaba parado entre las flores,
que era ese hombre embarrado e inmóvil,
que era esa figura diminuta bajo la lluvia.»
«A la mañana temprano, el día de mi cumpleaños
Los caracoles se mueven entre las campanillas
sobre el trineo rosado de su cuerpo.
La araña duerme entre los pulgares rojos
de las frambuesas.
¿Qué voy a hacer, qué voy a hacer?
La lluvia es lenta.
Bajo ella reviven los pajaritos.
Hasta los escarabajos.
Las hojas verdes se la toman a lengüetazos.
¿Qué voy a hacer, qué voy a hacer?
La avispa se sienta en el porche de su castillo de papel.
La garza azul sale de las nubes flotando.
El pez salta, todo arco iris y boca, del agua oscura.
Esta mañana los lirios de agua no son menos hermosos, creo,
que los lirios de Monet.
Y yo no quiero más ser útil, ser dócil,
guiar
a los chicos desde los campos hasta el texto
de la civilidad, enseñarles que ellos son (no son) mejores
que el pasto.»
«A la orilla del mar
Ya escuché esta música antes
dijo el cuerpo.»
«El jardín
La manga arrugada
del repollo,
la campana hueca
del pimiento,
la cebolla laqueada.
Remolachas, borraja, tomates.
Chauchas.
Entré y puse todo
sobre la mesa: cebollines, perejil, eneldo,
el zapallito como una luna pálida,
las arvejas con sus zapatos de seda, el maíz
hermoso que la lluvia empapó.»
«El bosque
De noche
bajo los árboles
la serpiente negra
avanza, gelatina,
frotando
áspera
los tallos de la sanguinaria,
las hojas amarillas,
los pedacitos de corteza,
para quitarse
la vida vieja.
Yo no sé
si sabe
lo que pasa.
No sé
si sabe
si va a funcionar.
A lo lejos
la luna y las estrellas
iluminan un poco.
A lo lejos
chilla la lechuza.
A lo lejos
chilla la lechuza.
La serpiente sabe
que este es el bosque de la lechuza,
que este es el bosque de la muerte,
que este es el bosque de la miseria
donde uno se arrastra y se arrastra,
donde se vive en la cáscara de los árboles,
donde se duerme sobre ramas silvestres
que no pueden soportar tu peso,
donde la vida no tiene un propósito
y no es civil ni inteligente.
Donde la vida no tiene un propósito,
y no es civil ni inteligente,
empieza
a llover,
empieza
a haber olor como a cadáveres
de flores.
Detrás de la nuca
la piel vieja se abre.
La serpiente tiembla
pero no vacila.
Avanza lentamente.
Debajo, empieza a sangrar
como si fuera seda.»
«en mi felicidad
en mi cuerpo blando,
en mi pelo largo y brillante –
porque todo eso fue verdadero:
el milagro de mí misma,
sus sueños,
su desesperación.»
«Hay una polilla blanca, no sé
de qué especie, que brilla
a mediados de mayo
en el bosque, justo
cuando las flores rosadas de la orquídea
salen.
Si te das cuenta de algo,
eso te lleva a
darte cuenta
de más
y más.
Pero, bueno
yo estaba tan llena de energía.
Siempre corriendo, mirando
esto y aquello.
Si paraba
el dolor
era insoportable.
Si paraba y pensaba que tal vez
el mundo
no se pueda salvar,
el dolor
era insoportable.»
«Cuarenta años
las hojas de papel en blanco
pasaron por mis manos y traté
de mejorar su vacío
apacible poniéndoles
rulitos palitos
a letras y palabras
llamas pequeñas que saltan
ninguna página
fue menos que fascinante para mí
discursiva llena de cadencia
con sus nervios pálidos escondidos
en las curvas de las oes
tras las haches marciales
en las patas palmípedas de las dobles ves
cuarenta años
y esta mañana estoy otra vez como siempre
detenida mientras el mundo vuelve
húmedo y hermoso estoy pensando
que el lenguaje
no es ni siquiera un río
no es un árbol no es un campo verde
ni siquiera una hormiga negra que viaja
eficiente y modesta
de un día al otro de una
página dorada a la otra.»
«La próxima vez lo que haría es mirar
la tierra antes de decir algo. Detenerme
justo antes de entrar en una casa,
y por un minuto ser emperador
y escuchar el viento
o el aire inmóvil.
Cuando alguien me hablase para
culparme o alabarme, o solamente por pasar el rato,
le miraría la cara, cómo la boca
tiene que trabajar, y vería cada tensión, cada
signo de lo que alzó la voz.
Y sobre todo, conocería más –la tierra
que se afirma en sí misma y se levanta, el aire
que encuentra cada hoja y cada pluma sobre
el bosque y el agua, y en todas las personas
el cuerpo que resplandece adentro de la ropa
como una luz.»
«Dormir en el bosque
Creí que la tierra me recordaba,
me recibió tan tierna, arreglándose
la pollera oscura , con los bolsillos
llenos de semillas y de líquenes. Dormí
como nunca, como una piedra
en el lecho del río, nada
más que mis pensamientos entre el fuego blanco
de las estrellas y yo, y ellos flotaban
livianos como polillas entre las ramas
de los árboles perfectos. Toda la noche
oí respirar los pequeños reinos
a mi alrededor, los insectos, y los pájaros
que hacían su trabajo en la oscuridad. Toda la noche
subí y bajé, como en el agua, forcejeando
con una condena luminosa. A la mañana
me había convertido en algo mejor
por lo menos una docena de veces.»
-Mary Oliver