Edmund Dulac – Annabel Lee 1912
«La luz inunda mis pupilas, la mirada parece un lago donde la Luna se refleja para mostrarse. La luz besa a la oscuridad, por doquier los destellos de aquella danza entre la oscuridad desbordan pasión. No puede existir un secreto más profundo en la luz, mientras que la oscuridad guarda en su interior el secreto mortal. Los brazos brillantes flotan entre el vacío, aquellas paredes profundas ansiosas de universo exploran las tinieblas de una mirada estacional.
La oscuridad impenetrable, inmortal, deja en el alma los besos, las caricias de un nombre vacío e inequívoco, la fuerza de sus piernas, su cuerpo intacto se esconde bajo mis costillas; las manos frías devoran cada costilla hasta llegar al corazón. Me derrumba, me aniquila, me desgarra desde el cuello hasta la espalda, parece el fuego de un dragón ancestral.
Ligera y sutil, los besos de la luz caen como plumas sobre mi cuerpo, millones de copos de nieve que visten mi piel. Diamantes incrustados en el cielo como tejidos en las nubes, sobredosis de luna, nubes que no se atreven a pasar sobre este árido desierto, límites entre el mar y el cielo sobre el Pacífico. Devórame, arrástrame, pero no me mates de ilusión. »
-Autor desconocido por mi