
«Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado
y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir,
me llevé a los labios una cucharada de té
en el que había echado un trozo de magdalena.
Pero en el mismo instante en que aquel trago,
con las migas del bollo,
tocó mi paladar,
me estremecí,
fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior.»
-Marcel Proust