
Yo: ¿Qué le digo a alguien que está a punto de morir?
Dios: Las mismas cosas que debes decir a todos los demás en tu vida cada vez que tengas una oportunidad.
Yo: ¿Qué es eso?
Dios: Te amo.
Te quiero tanto.
Te perdono.
Lo siento.
Me siento bendecido por conocerte.
Te estoy muy agradecido.
Creo que eres hermosa.
No puedo esperar a verte de nuevo.
Te quiero.
Te quiero tanto.
(somos compañeros de cuarto juntos en el cuidado de un hospicio y cada conversación que compartamos podría ser el momento más importante de nuestras vidas)
Tú y yo estamos muriendo ahora mismo, así que no dejemos una sola palabra sin decir entre nosotros hablemos la poesía más suave el uno al otro a la luz de la luna
porque uno de nosotros podría no estar físicamente aquí en la mañana
Estamos desvaneciendonos como estrellas que se llaman unas a otras a través del vasto universo para bañarse unas a otras en la luz más suave del amor por última vez antes de que nos deslicemos a través del vórtice y de vuelta en el tiempo
Juntos podemos construir un confesionario a partir de las suaves miradas que nos damos unos a otros mientras nos tomamos de las manos
y perdonar silenciosamente cada cicatriz que hicimos en el otro antes de que supiéramos algo mejor
Si recordamos que cada latido del corazón está siendo contado, entonces nunca habrá segundos ordinarios entre nosotros
-cada respiración que compartamos será cubierta de importancia-
En este planeta de 8 mil millones de pacientes de hospicio hay tanta magia y tantas oportunidades de tratarnos unos a otros con pétalos de rosa
antes de que seamos arrastrados por la resurrección
Vamos a atar nuestras manos
como si la eternidad se estuviera abriendo
hasta el velo en los grandes misterios justo en frente de nosotros
vamos a sentir nuestros dedos contra
unos a otros como si esto fuera el la última vez que tocaremos antes
nos convertimos en cometas celestiales
separemos nuestros labios y digamos
lo que deberíamos haber dicho
el uno al otro hace años:
Te quiero.
Te quiero tanto.
Te perdono.
Lo siento.
Me siento bendecido por conocerte.
Te estoy muy agradecido.
Creo que eres hermosa.
No puedo esperar a verte de nuevo.
Te quiero.
Te quiero tanto…»
-John Roedel
Sobre el pintor Ikenaga Yasunari
Nacido en 1965 en la prefectura de Oita y graduado en la Escuela de Midorigaoka Universit en 1984 en pintura y dibujo japonés a través de la biblioteca Shinzo Maeda.
Sus obras representan a hermosas mujeres, cuyas expresiones y posturas sugieren una atmósfera de ensueño.
Son siempre mujeres japonesas modernas, pero tratadas con un estilo de pintura que refleja las antiguas tradiciones japonesas o «Nihonga», lo que da a sus obras una sensación atemporal.
Sus pinturas, ligeramente polícromas, están hechas con pigmentos que obtiene a partir de minerales, conchas, corales e incluso piedras semipreciosas como la malaquita, la azurita y el cinabrio.
El aglutinante es la cola de pez.
Para darle más sensación de lujo incluye a veces finas láminas de plata y oro.
La pintura se extiende con agua y con pinceles especiales Menso, de pelo muy fino, lo que permite la calidad de detalle.
Pese a que su pintura se puede definir como tradicional o «Nihonga», Yasunari introduce algunos elementos extraños a la cultura Japonesa, que proceden de la pintura occidental.
El soporte es el primer elemento rupturista de este pintor al utilizar lienzos de tela de lino, en vez del tradicional washi (papel artesanal japonés) o la seda.
También utiliza la técnica del sombreado en algunas partes de los rostros, como labios u ojos, lo que les confiere mayor volumen y expresividad, pero ésto precisamente le aparta del «Nihonga» de planos de color uniformes.
Los motivos vegetales que visten o con las que se rodean sus mujeres recuerdan a los diseños de Arts & Crafts y del modernismo, evidentemente influidos éstos a su vez por la moda y la estampa japonesa del siglo XIX.












