Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci
Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci

 

Hay algunas ideas que incluso en pleno siglo 21 nos gusta seguir viendo como misteriosas. El número Phi es una de ellas. Se le ha llamado el Número Mágico, la Proporción Áurea o la Divina Proporción, y nos asombramos cuando vemos que el número está tanto en la forma de una galaxia como en la de un girasol.

Nos preguntamos cómo es posible que coincidan. Bueno, la respuesta más sencilla es que coinciden porque Phi es un principio del Universo y no porque el número misterioso es mágico.


Por alguna razón que un día conoceremos a la perfección, este número que representa una proporción y que aparece también en la Sucesión de Fibonacci, rige movimientos y formas en todo el Universo.

La majestuosidad de la Divina Proporción Phi muestra dos espirales distintas, 34 en el sentido de las agujas del reloj y 21 en el sentido contrario. Las dos fuerzas energéticas, Masculino y Femenino, sigue la secuencia de Fibonacci.

Nos recuerda que el Creador es Perfecto.

La sucesión de Fibonacci es una serie matemática infinita de números naturales que comienza con dos 1, y los siguientes números son el resultado de la suma de los dos anteriores, por ejemplo: 1,1,2,3,5,8…

Estos números son conocidos como los ‘hijos de Fibonacci’.

Esta secuencia tiene aplicaciones significativas en varios campos de la ciencia, como las matemáticas, la biología, la teoría de juegos y las ciencias de la computación. Además, está presente en la naturaleza, especialmente en elementos que forman espirales o hélices.

El diseño y el arte también han adoptado la sucesión de Fibonacci.

En muchos edificios, se pueden observar escaleras, columnas o vidrieras en forma de espiral o hélice que siguen esta secuencia numérica, a la cual se le atribuye la representación de la belleza.

 

Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, fue el matemático italiano que descubrió esta sucesión numérica. Fibonacci hizo este descubrimiento en el siglo XIII mientras realizaba viajes comerciales con su padre.

Su observación de la naturaleza lo llevó a notar cómo se reproducían las parejas de conejos, proporcionando una solución al problema de la cría de estos animales.

En el siglo XVIII, el científico Johannes Kepler describió los números de Fibonacci, y el matemático escocés Robert Simson descubrió la relación entre dos números sucesivos de la secuencia.

Cuando estos números tienden a infinito, se aproximan a la proporción áurea, conocida como la proporción divina.

 

 

Phi coincide aproximadamente con la forma de una galaxia o un huracán, con el crecimiento de algunas plantas, y aunque muchas veces no ha sido buscada, se encuentra en algunas obras de arte importantes como las pirámides de Egipto, el Partenón y el Hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci. Coincide incluso con la perspectiva de una escalera helicoidal.


¿Por qué? Aún no lo sabemos, pero no es magia, ni es la única forma de encontrar la belleza ni la única manera de crecer o tener forma.

Probablemente, como muchas cosas en este universo, es simplemente la proporción más económica, que es la que utiliza la naturaleza para ser, para crecer, para evolucionar.

 

 

 

 

La fascinación ha sido tal a lo largo de la historia que un matemático y teólogo italiano Luca Pacioli publicó un libro titulado La Divina Proporción (1509) en el que daba cinco razones para desentrañar por qué el número áureo es divino:

El hecho de que esté definido por tres segmentos de una recta, que asemeja a la Trinidad.
La unicidad del propio número, que asemeja a la de Dios.
Si miramos la inconmensurabilidad del número, igual que Dios es inconmensurable.
Dios dio ser al universo a través de la quinta esencia, representada en un su momento por un dodecaedro, y el número de oro dio ser al dodecaedro.
Nuestro Dios es omnipresente e invariable, igual que es este número.

Ante esta secuencia numérica y sus derivaciones, podemos ver este vídeo que explorar la geometría, el Número de Oro y mucho más en al ámbito de la naturaleza:

 

 

 

 

 

 

(Poema de Rumi)

 

 

 

 

 

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2 Replies to “.etérea belleza”

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