–>♥<–Un popurri de placeres–>♥<–
“Cuando no tenemos tiempo para los placeres sencillos de la vida,
para disfrutar de la comida, la bebida, el juego, la creatividad, las visitas a los amigos ni para ver jugar a los niños,
es que hemos perdido el propósito de la vida.
No sólo vivimos de pan, sino de todos estos lujos humanos y que nutren el corazon..”
-Ed Hayes
UNA HISTORIA ZEN CUENTA QUE UN MONJE estaba trepando por una escarpada montaña.
De pronto, ante él, apareció un tigre que rugía y le cerraba el paso.
A su espalda, la pendiente se convertía en un abismo inmenso.
Mientras decidía qué iba a hacer, el monje volvió la mirada a la ladera que tnía a su lado.
Allí, sus ojos se fijaron en una pequeña planta que había conseguido arraigar en una grieta.
Y del único tallo de la planta colgaba una perfecta fresa salvaje, roja y madura, que resplandecía con el rocío.
El monje extendió la mano, arrancó la diminuta fruta, la saboreó con la lengua y cerró los ojos extasiado.
Se trata sobre cómo aprovechar el día y saborear cada momento.
De cómo encontrar un toque de felicidad en los acontecimientos cotidianos.
Y de cómo prestar atención a las fresas salvajes sin importar la forma en que se presenten.
Casi todo el mundo afirmará sin problemas que la búsqueda de la felicidad ocupa un lugar principal en su lista de prioridades en la vida, pero se lo pensarían dos veces antes de afirmar lo mismo acerca de la búsqueda del placer.
En cierto modo, lo asociamos con la holgazanería y con la decadencia.
Pero la felicidad, esa escurridiza mariposa, tiene mucho que ver con nuestra capacidad para deleitarnos con los placeres cotidianos de nuestra existencia, ya se trate de la fragancia de una rosa, del amor que sentimos por un niño o de los rituales reconfortantes que nos alivian.
Muchos de nosotros pasamos por alto estas satisfacciones básicas en medio de la algarabía de la vida moderna.
Y después, por muy grandes que hayan sido nuestros logros, a menudo echamos de menos una vida más sencilla y nos acordamos con añoranza de aquellos pequeños deleites que en su momento parecían no tener importancia pero que nos trajeron la felicidad cuando menos la esperábamos.
Los placeres sencillos de nuestra vida son demasiados importantes para verse reducidos a meros recuerdos.
Contribuyen a nuestra salud física y emocional, e incluso nos hacer ser más productivos, al aumentar nuestro grado de satisfacción.
Sea cual sea la situación, siempre están a nuestro alcance si dedicamos el tiempo necesario para disfrutrarlos.
Puede que la hierba sea más verde en el jardín del vecino, pero una única flor que brota en una grieta en medio del asfalto puede producirtanto deleite como toda una pradera florida, si así lo queremos.
David Greer
!Qué placidez de imagen! Invita a la relajación placentera con el arrullo de la música.
Un abrazo
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Gracias Ramon!
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