
(pequeño bosque interior, en Bernal)
«En los bosques perdidos, corté una rama oscura
y a los labios, sediento, levanté su susurro
era tal vez la voz de la lluvia llorando
una campana rota o un corazón cortado.
Algo que desde tan lejos me parecía
oculto gravemente, cubierto por la tierra,
un grito ensordecido por inmensos otoños,
por la entreabierta y húmeda tiniebla de las hojas.
Pero allí, despertando de los sueños del bosque,
la rama de avellano cantó bajo mi boca,
y su errabundo olor trepó por mi criterio.
Como si me buscaran de pronto las raíces
que abandoné, la tierra perdida con mi infancia,
y me detuve herido por el aroma errante…»
-Pablo Neruda (De «Cien Sonetos de Amor»)
