.Ïtaca
«Al partir en busca de Ítaca,
ruega que tu viaje sea largo,
lleno de esperanzas, lleno de despertares.
No temas a los monstruos de antaño…
no los encontrarás en tus viajes
si tus pensamientos son elevados y así permanecen,
si pasiones auténticas agitan tu mente,
tu cuerpo y tu espíritu.
No encontrarás monstruos temibles
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca frente a tí.»
-Constantine Cavafy
«Ítaca fué un poema escrito en 1911 por el poeta griego C.P. Cavafy.
Esta exquisita canción de aliento a los viajeros que emprenden un viaje de autodescubrimiento se lee con frecuencia como elegía.
Pero yo creo que ‘Ítaca’ es todavía más intenso cuando se convierte en una afirmación personal de nuestro viaje por la vida real.
Ítaca era la querida isla donde vivía el legendario héroe griego Odiseo.
Después de interpretar un papel destacado en la guerra de Troya, Odiseo pasó diez años vagando de una parte a otra del mundo, corriendo aventuras, respondiendo a desafíos y aprendiendo lecciones que lo transformaron profundamente.
Hoy día empleamos la palabra odisea para referirnos a un viaje de transformación largo, a menudo agotador, estimulante y penoso.
La búsqueda de autenticidad es nuestra odisea personal.
Mientras pasamos por nuestros recorridos cotidianos en el camino hacia la alegría y el bienestar como hijos, amigos, esposos, padres y artistas de lo cotidiano, lo que de veras buscamos es la realidad última.
Buscamos Ítaca.
Durante los últimos cincuenta años se han hecho varias traducciones excelentes del poema de Cavafy, pero a mí siempre me han dado la impresión de que iban dirigidas a los hombres.
No tiene nada de extraño, ya que sus autores fueron hombres.
Sin embargo, como ‘Ítaca’ se ha convertido en una piedra angular de toque emocional para mí, un poema sobre el que medito mucho, me inspiré para traducir y  adoptar el clásico de Cavafy para las mujeres:
«Ruega que tu viaje sea largo,
lleno de mañanas de verano
en que con mucho placer y mucho gozo
eches el ancla en puertos que no habías visto;
curiosea en mercados fenicios,
para comprar tesoros exquisitos
-madreperla y coral, ébano y ámbar
y toda suerte de perfumes sensuales-
tanto como desees.
Visita muchas ciudades egipcias, contenta
de sentarte a los pies de los sabios, ansiosa
y dispuesta a recibir el saber.
Ten Ítaca siempre presente.
Tu llegada allí es tu destino.
Pero no te des prisa en tu viaje; sé paciente.
Mejor que dure muchos años,
más tiempo del que puedas imaginar.
Para que finalmente, cuando llegues a esta isla sagrada,
seas una mujer sabia,
realizada abundantemente
por todo lo que hayas ganado
por el camino;
ya sin esperar que Ítaca te enriquezca,
ya sin necesitar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te ofreció el viaje profundo,
la oportunidad de descubrir a la mujer
que siempre has sido.
Sin Ítaca como inspiración,
nunca hubieras partido en busca de plenitud.
Y si la encontraras pobre, Ítaca no te engañó.
Auténtica como eres ahora, llena de sabiduría,
belleza y gracia, enriquecida e iluminada
por todo lo que has experimentado
finalmente comprenderás lo que en verdad
significan
todas las Ítacas
de la vida.»
-Sarah Ban Breathnach

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