«Mi abuelo fué el hombre
más genuino de mi familia.
Tuvo un canto y un sentido
que no cesó de escribir
en pequeños gajos de bares.
A mí me quedó
un pececito de su tinta,
un poema que guardo:
su letra era natal y fascinante,
como recitada en la frescura del viento,
una travesura entre las colmenas
de su ropero.
Cuando lo nombran
la gente calla y desdeña su guitarra.
Yo, sin embargo, creo más
en su humilde dicha de escuchar, decir
y reclamar el vuelo de los hombres.
Será porque me quedé con una cuerda de su alma.
Tuvo una profesión de médico
y debajo de su guardapolvo blanco
tenía una inmensa posesión de misterios.
Jugaba con los pulmones de las terrazas,
auscultaba el camino de las hormigas
y cuando su mujer lo sorprendía
lo retaba por holgazán.
Creo que mi padre nunca le perdonó su pobreza.
Por eso mi padre se fué en una carroza política
a conocer el África y a traer el oro de sus reinos de malaria.
Yo, más tarde, nunca perdonaría la pobreza de mi padre.
Mi abuelo fué amigo de escritores y buenos pájaros.
Seguramente tomó ginebra y jugó a las cartas.
Era riojano y sabía vivir con lo que tenía.
Un día se escapó de la prisión de su casa del barrio de Once
y ahora lo andan buscando para hacerle la tumba.»
-Celedonio Torres Ávalos
Inocencia pura…


!Cuánto significa para mí la figura del abuelo! Entiendo que se escriban cosas hermosas, como este poema, para honrar su memoria en el recuerdo.
Me gustaMe gusta
Gracias a Dios, por nuestros abuelos!
Yo también le rendi su merecido homenaje en http://goo.gl/KB18qm huele a jazmin
Me gustaMe gusta