«Le rogué a Dios que me hiciera fuerte y capaz de luchar,
y eso es lo que le he seguido rogando desde entonces.»
-Harriet Tubman
-Harriet Tubman (Illustration by ©Sally Nixon)
«Un dia, una niñita estaba parada afuera de una tienda de comestibles cuando vió pasar a un hombre corriendo frente a ella. El hombre era perseguido por un hombre blanco que gritaba: -¡Deténganlo! ¡Es mi esclavo!La niñita no hizo nada para detenerlo. Se llamaba Harriet, tenía doce años y ella también era esclava. Harriet esperaba que el hombre lograra escapar. Tenía ganas de ayudarlo.
El perseguidor le lanzó un objeto de hierro al fuggitivo, pero falló y golpeó a Harriet en la cabeza. La herida fué grave, pero su gruesa cabellera amortiguó el golpe lo suficiente como para salvarle la vida.
-Mi cabello nunca había sido peinado -relataba- así que parecía un canasto de paja.
Unos años después, la familia a la cual pertenecía la puso en venta, así que Harriet aprovechó la oportunidad para escapar. Se ocultaba durante el día y viajaba de noche. Cuando cruzaba la frontera con Pensilvania, se dió cuenta de que por primera vez en su vida era libre.
-Me miré las manos para ver si seguía siendo la misma persona ahora que era libre. Todo era tan glorioso que me sentí en el cielo.
Pensó en aquél esclavo fugitivo y en su propia familia, que seguía esclavizada en Maryland, y decidió ayudarlos. Durante los siguientes once años, volvió diecinueve veces a Maryland y rescató cientos de esclavos.
Nunca la capturaron y jamás perdió a una sola persona.»
–Harriet Tubman (Circa 1822/10 de marzo de 1913, Estados Unidos de América, de «cuentos de buenas noches para niñas rebeldes»©)