Recuerdo que tenía sólo 10 años cuando vi la pelicula. Y desde ese momento, a tan corta edad, me hice fan de David Gates y su grupo Bread, y de Toto
Fué algo poderoso lo que pasó conmigo entonces, el inicio de apreciar historias tan sencillas como puras.
Esa niña que lloró como mocosa en la escena final, es la misma «adulta» que se sigue emocionando de la misma manera porque sigue tocando mi corazón.
Un inolvidable actuación de Richard Dreyfuss por la que ganó un Óscar como mejor actor principal, una historia preciosa escrita por el gran Neil Simon y las increibles Marsha Mason y Quinn Cummings.
Amé al actor neurótico de Dreyfuss, la ternura de Lucy la niña y Paula, la verdadera chica del adiós, tanto o más neurótica como Elliot.
El tema musical de la película The goodbye girl, tema del mismo nombre (y único del film) fue compuesto por David Gates, canción que ocupó el puesto número 15 en la lista de las 100 mejores del año de la revista Billboard, 1977.
«—Créame que lo siento, no sabía que hubiera tantas complicaciones.
—De eso ha habido mucho últimamente.
—No la culpo por su actitud hostil, la comprendo. —Tony me alquiló el apartamento y se largó con el dinero; las abandonó a usted y a su hija y…
—Esa es su versión. Mi versión es que Tony y yo dimos por terminada nuestra relación, acordamos que yo me quedaría con el apartamento y él le timaría a usted los seiscientos dólares ¿Entiende?
—Muy agudo y sagaz. Muy inteligente. —Es usted una lista de Nueva York ¿Eh?
—No, soy una tonta de Cincinnati, pero cuando la abandonan a una empieza a tramar algo.
—Claro. ¿Qué hacemos entonces? Tengo un contrato en el bolsillo. ¿Lo respetamos o no?
—Yo tengo una hija en la cama. Es más importante que un contrato.
—No quiero ponerme pesado ¿sabe? Y la ley está de mi parte. Resulta que tengo un amigo abogado y me bastaría con llamarle…
—¡Oh! Un actor…
—¿Qué?
—Otro asqueroso y maldito actor. “Resulta que tengo un amigo abogado…”. Eso me suena a Un tranvía llamado deseo. Stanley Kowalski en provincia representado por un actor de segunda.
—¡No! Chicago y un actor de primera. Tres meses y medio en el Dury Lane.
—Preguntas a un actor una cosa y te cuenta su vida.
—La crítica dijo “Elliot Garfield lleva su personaje a alturas que ni siquiera alcanzó Brando”.
—¡Estupendo! Escribe usted muy bien. —¿No es usted muy bajo para el papel de Kowalski?
—Nadie lo notó, lo hice subido en una mesa. ¿Qué es usted, crítico?
—Me encantan los actores mientras no salgan del escenario, el lugar que les corresponde, pero cuando salen a la vida real, se empeñan en complicarlo todo. Ya está bien, no le aguanto más. Nadie va a echarme dos veces del mismo apartamento ¡Salga inmediatamente! Si quiere que le devuelvan su dinero, viaje a Nápoles; prefiere el apartamento, deme dos billetes para California…»