
«Cuando no sabía
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.
Yo sentía que la noche era dulce
Como una leche silenciosa. Y grande.
Mucho más grande que mi vida.
Madre:
era tus manos y la noche juntas.
Por eso aquella oscuridad me amaba.
No lo recuerdo pero está conmigo.
Donde yo existo más, en lo olvidado,
están las manos y la noche.
A veces,
cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra
y ya no puedo más y está vacío
el mundo, alguna vez, sube el olvido
aún al corazón.
Y me arrodillo
a respirar sobre tus manos.
Bajo
y tu escondes mi rostro; y soy pequeño:
y tus manos son grandes; y la noche
viene otra vez, viene otra vez.
Descanso de ser hombre, descanso de ser hombre.»
-Antonio Gamoneda (España, 1931)
Pero es que realmente existe una mariposa que desparrama belleza , o este blog, este sacrosanto trabajo de amor no existe, es un sueño no mas, pero un sueño sagrado
Me gustaMe gusta
Esta mariposa sólo mira con ojos de niña curiosa… y cuando algo la conmueve… zas!… sabe que tiene que atraparlo y soltarlo por acá… 🙂
Me gustaMe gusta