
«1. Este es el punto exacto.
Aquí -entre la cuerda rota e inmóvil de las horas-
se para cristalina
la rueda de la noche.
Aquí -la luna entre salas desiertas de madurez-
comienza silenciosa
la rueda del alba.
2.cLuz mojada le llegaba del mar.
¡Qué claro el tiempo para verla en la playa
con presencia de cosa!
¡Qué sencilla la tarde para besarla en el pelo con
caricia animal y pura!
¡Luz mojada de sus ojos llevaba el mar!
3. Parque- Final- Elegía
Era era.
Sus manos nacían al lado de cada cosa
y de cada flor.
Temíase siempre su rotura
y a ella parecían converger los números y las
estrellas.
El amanecer encontraba sus cabellos perdidos
y sus ojos depositados en sus
propias orillas.
La noche la sorprendía siempre entregada a sus oficios más antiguos
acompasándose de un corazón nuevo y silencioso.
Era solícita y tempestuosa y no se parecía en nada a la luna.
4. Puerto
Sol: Cinco ventanas colgadas de la misma alba rosa:
vivas, intactas,
desnudas, con anhelos de manos, como espejos de mástiles.
Sombra: Cinco ventanas colgadas de la misma alba turbia:
calladas, llanas,
duras, sin afanes de presencia, sin afanes de huida.
Siempre: Cinco ventanas: sólo.
5. Sin que nadie lo supiera
hubo un momento puro
en el que nada hubo.
Ahora, en la palma del agua,
de la sombra el fruto del instante aquel.
6. También el mar, hoy,
tiene el alma llena de madurez.
-Se le oye la adolescencia en el vidrio
del aire llena de fragmentos de vísperas
y de intactas navegaciones oscuras.
– Así.
Más allá.
Ahora de la sombra:
¿No te
duele el canto,
-redondez tibia de beso preciso
– del sol en la sombra?
7. Un muslo tibio:
así
-entreabierto-
que se sienta pasar intacto y clásico:
imagen suma breve,
gozo de clara visión. Lancha.
8. Ya no hay aquella simple y turbia desnudez.
Tus muslos ya no huelen a
canciones agrestes.
Tus manos ya no tientan la risa curva y acre.
Como si
hubiese pleno oscuro.
9. Yo no la vi nacer.
Me la dieron porque yo ya lo sabía:
¡qué blanca! ¡qué
bien!
¡qué niña más bien plantada! De
surtidores de luz la compraban vientos claros.
Me la dieron porque yo ya lo
sabía: Si era lado del mar seco de serenidades,
azul, rosa,
lirio, ¡columpio de piedra dura!
Ella:
Poema 1
Sabían los cerezos el secreto de sus oídos
llenos del verde puro de
la acústica de las ventanas
y los jardines se llamaban por el nombre de las
palomas que bebían agua en sus surtidores.
Ella comenzaba a andar.
En cada ojo le había nacido una transmigración de palomillas,
y al marcharse
dejaba vocales fuertes en su sitio.
Ella tenía nombre de pastor.»
–Álvaro Cunqueiro-(De «Mar ao Norde» 1932)-Versión de Vicente Araguas