Anna Ajmátova

«Como una piedra blanca en lo profundo de un pozo tendido,
Tan duro y claro, un recuerdo yace en mí.
No puedo esforzarme ni tengo corazón para esforzarme:
Es tal dolor y sin embargo tal éxtasis.

Me parece que alguien mirando de cerca
En mis ojos lo vería, patente, pálido.
Y, viendo, se ponía más triste y más pensativo
que el que escucha un cuento amargo.

Los antiguos dioses cambiaron a los hombres en cosas, pero las dejaron
Una conciencia que ardía sin cesar,
Que penas espléndidas puedan durar para siempre.
Y eres transformado en un recuerdo.»

-Anna Ajmátova (Poeta Rusa)


Traducido del ruso por Babette Deutsch y Avrahm Yarmolinsky

Anna Ajmátova fue una de las figuras más representativas de la poesía acmeísta de la Edad de Plata de la literatura rusa.

Nacida en 1889, fue símbolo del exilio interior.

Poeta asimismo precoz, a partir del fusilamiento en 1921 de su marido, Nikolái Gumiliov, del que se había divorciado años antes, comenzó a padecer una marginación oficial que empeoró en 1923, cuando se le impidió publicar, y continuó hasta 1940.

No obstante, la represión no impidió que buena parte de sus poemas se conservaran literalmente en la memoria propia y de los amigos más próximos.

Su silencio fue apenas roto por una exhortación radiofónica en Leningrado tras la invasión alemana y por un libro de 1943, aunque a partir de 1946 fue condenada nuevamente por el régimen, que también desterró por segunda vez a su hijo a los campos siberianos.

Sus últimos años fueron los del reconocimiento internacional.

Finalmente, murió en 1966, aunque su gran poema, ‘Réquiem’, que dio voz al sufrimiento de aquella época, no se publicó en Rusia hasta 1989.

Era hija de una noble familia de origen tártaro.

Su infancia no parece que fuese muy feliz.

Sus padres se separaron en 1905.

Anna comenzó a escribir poesía a la edad de once años.

Como su padre no quería ver ningún verso impreso bajo su «respetable» apellido, ella decidió adoptar el de su bisabuela tártara, Ajmátova, como pseudónimo.

Estudió derecho, latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo.

Allí se casó en 1910 con Nikolái Gumiliov, poeta famoso, promotor del acmeísmo, corriente poética que se sumaba al renacimiento intelectual de Rusia a principios del siglo XX.

Los acmeístas rompían con el simbolismo, de carácter metafórico, y restablecían el valor semántico de las palabras.

En esta línea Anna publicó en 1912 su primer libro de poemas titulado La tarde.

En ese mismo año nació su único hijo Lev Gumiliov, que se convertiría en un famoso historiador neoeurasianista.

El matrimonio de Anna y Nikolái duró desde 1910 hasta 1918.

En 1910-1912 viajó a Italia y Francia, visitando París dos veces.

Conoció a Amedeo Modigliani, quien influiría en su perspectiva.

Más tarde Ajmátova se casó con el prominente asiriólogo Vladímir Shileiko (1918-1922) y poco después con el historiador de arte Nikolái Punin (1922-1938).

Borís Pasternak estuvo enamorado de ella, pero Anna rechazó su proposición.

Sus primeros escritos parecen intuir la gran soledad en la que se verá sumergida años más tarde, después de las trágicas consecuencias de la revolución rusa de 1917.

Tras esta, Anna se verá afectada, ya que en 1921 su primer marido Nikolái Gumiliov fue acusado de conspiración y fusilado.

Más tarde, su hijo fue también arrestado y deportado a Siberia.

Y su último marido, Nikolái Punin, murió de agotamiento en un campo de concentración en 1938.

Los poemas de Anna se prohibieron, fue acusada de traición y deportada.

Por temor a que fusilaran a su hijo quemó todos sus papeles personales.

En 1944 pudo regresar con su hijo a Leningrado, ciudad devastada tras el asedio alemán.

Allí comenzó a ganarse la vida traduciendo a Giacomo Leopardi y publicando ensayos, entre los que destacan los brillantes ensayos de Aleksandr Pushkin, en periódicos escolares.

Todos sus amigos emigraron o fueron represaliados.

En 1945 el joven intelectual británico Isaiah Berlin quiso visitarla antes de regresar a Londres.

Ese encuentro se prolongó durante veinte horas, durante las que Anna le leyó sus poemas y se sinceró con él.

Pero esto tuvo trágicas consecuencias ya que su hijo volvió a ser encarcelado durante diez años.

Esta vez la escritora se negó a silenciar su voz y siguió adelante con su poemario más importante, Réquiem, en el que explica que en aquella Unión Soviética los únicos que estaban en paz eran los difuntos y que los vivos pasaban su vida yendo de un campo de concentración a otro.

El libro fue publicado sin su consentimiento y conocimiento en 1963 en Múnich.

El 14 de agosto de 1946, el Orgburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética aprobó una resolución donde se criticaba la labor de las revistas literarias «Zvezdá» y «Leningrado» en las que, entre otros, publicaban sus obras el escritor Mijaíl Zóschenko y Anna Ajmátova.

Acto seguido, el ideólogo del PCUS Andréi Zhdánov pronunciaba un discurso, titulado Informe sobre las revistas «Zvezdá» y «Leningrado», con una feroz crítica de la obra de Zóschenko y Ajmátova.

La poeta fue calificada por Zhdánov como «una representante del pantano literario reaccionario apolítico».

El 4 de septiembre, Ajmátova y Zóschenko fueron expulsados de la Unión de Escritores Soviéticos lo que conllevaba la prohibición de la publicación de sus obras y la denegación de las cartillas de racionamiento en un Leningrado devastado por la recién acabada guerra.

En 1962, Ajmátova estuvo propuesta al Premio Nobel de Literatura, pero no lo consiguió.

En 1964, en honor a su 75 cumpleaños, se realizaron nuevos estudios y se publicaron nuevas recopilaciones de sus versos.

Ese mismo año viajó a Taormina (Italia), donde recibió el Premio Internacional de Poesía y en 1965 fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Oxford.

Viajó a Gran Bretaña con escala en París y se publicó en Moscú El correr del tiempo (1909-1965), un balance incompleto (y censurado) de su obra.

Sus últimas piezas, compuestas en ritmo y sentido neoclásico, parecen ser la voz que reflejaba lo mucho que había vivido.

Durante su estancia en Komarovo fue visitada por Joseph Brodsky y otros jóvenes poetas, que perpetuaron las tradiciones de Ajmátova en la poesía de San Petersburgo en el siglo XXI.

También tradujo las obras completas de Rabindranath Tagore en ocho volúmenes, al ruso.

El 5 de marzo de 1966 Anna murió de un infarto en un sanatorio de las afueras de Moscú y es enterrada en Komarovo.

Su obra, traducida a un sinnúmero de lenguas, solo apareció íntegra en Rusia en 1990.

El poeta Joseph Brodsky la definió así:

«Su sola mirada te cortaba el aliento.

Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil,

con los ojos verdosos de un tigre polar,

durante medio siglo la ha dibujado, pintado,

esculpido en yeso y mármol,

fotografiado un sinnúmero de personas,

empezando por Amedeo Modigliani.

Los versos dedicados a ella formarían

más volúmenes que su obra entera.»

Más poemas de ella:

«Las montañas se doblan ante tamaña pena
Y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
Detrás de ellos sólo «mazmorras de la trena»
Y una melancolía que es la muerte.

Para quién sopla la brisa ligera,
Para quién es el deleite del ocaso –
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
Sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
Y del soldado el pesado paso.

Nos levantamos como para la misa de madrugada,
Caminábamos por la ciudad incierta,
Para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
Bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
Mas la esperanza a lo lejos canta cierta…

La sentencia… y las lágrimas brotan de repente,
Ya de todo separada,
Como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
Como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
Pero marcha… vacila… aislada…

¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
De mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
Qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo»

Traducción de Jorge Bustamante García

/

«Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.

La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.

Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?»

Traducción: María Teresa León

/

«Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.»

Traducción de Jorge Bustamante García

/

«Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
«¿Has sido tú la que le dictó a Dante

las páginas sobre el infierno?»
Y ella responde: «Yo soy aquella.»»

Traducción de María Teresa León

/

«Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros,
Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.

Y por eso me amáis ávidamente,
Con todos mis pecados y flaquezas,
Y por eso me entregasteis sin mirar
Al mejor de todos vuestros hijos,
Y por eso no me preguntasteis
Por ese hijo ni una sola vez,
Y llenásteis con el humo de alabanzas
Mi casa ya vacía para siempre.
Y dicen que más estrechamente ya no es posible unirse
Y que más irreversiblemente ya no se puede amar…
Como la sombra quiere separarse del cuerpo,
Como la carne quiere separarse del alma,
Así deseo yo que me olvidéis vosotros.»

Traducción de María Teresa León


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