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Bahman Farzad©

 
«La conciencia-receptáculo es una especie de habitación donde siempre se están proyectando las películas del pasado.
Es allí donde guardamos los recuerdos de traumas y sufrimientos.
En principio, sabemos que el pasado ya se ha ido.
Pero las imágenes del pasado siguen todavía ahí, y de vez en cuando (ya sea en sueños o despiertos) regresamos y experimentamos el sufrimiento del pasado. Tenemos tendencia a quedar presos del pasado. En principio, sabemos que el pasado ya no está ahí, que nuestros recuerdos son solo una película, imágenes del pasado.
Pero las películas siguen proyectándose, y cada vez que se proyecta un filme, sufrimos de nuevo.
Supongamos que estamos en el cine y se está proyectando una película en la pantalla.
Mientras la vemos sentados en la butaca, puede que creamos que es una historia real.
Puede incluso que lloremos. El sufrimiento es auténtico; las lágrimas son auténticas.
Pero la experiencia no está sucediendo en ese momento, es solo una película.
Si te invito a que te acerques a la pantalla conmigo y la toquemos, vemos que no hay nadie allí, que solo hay luz parpadeando sobre la pantalla.
No podemos hablar con las personas de la pantalla, no podemos invitarlas a tomar el té con nosotros, porque es una historia ficticia, irreal.
Aun así, puede crear un sufrimiento real, una depresión real.
Es muy importante comprender que el niño interior está todavía ahí, atrapado en el  pasado.
Tenemos que rescatarle.
Sentados de manera equilibrada, afianzándonos en el momento presente, tenemos que hablar con ese niño interior: «Querido hermanito, querida hermanita, debes saber que hemos crecido. Ahora podemos protegernos y defendernos a nosotros mismos».

Aprender del sufrimiento
Nuestra capacidad para comprender el sufrimiento puede generar en nosotros compasión y amor.
La felicidad no es posible si no existe comprensión, amor y compasión.
La comprensión y la compasión nacen del sufrimiento. Cuando comprendemos el sufrimiento, ya no culpamos; aceptamos, somos compasivos.
Por lo tanto, el sufrimiento es útil.
Si no sabemos manejar el sufrimiento, podemos ahogarnos en ese océano.
Pero si sabemos cómo manejarlo, podemos aprender de él.
Tenemos tendencia a escapar del sufrimiento. En todos nosotros existe una tendencia natural a buscar placer y evitar el sufrimiento. Tenemos que enseñar a nuestra mente que, en ocasiones, el sufrimiento puede ser muy útil.
Incluso podemos hablar de «la bondad del sufrimiento».
Gracias al sufrimiento, empezamos a comprender.
Y al comprender, podemos aceptar, podemos amar.
Sin comprensión ni amor no puede haber felicidad.
Por eso el sufrimiento tiene que ver con la felicidad.
No deberíamos tener miedo al sufrimiento.
Deberíamos ser capaces de soportarlo y examinarlo en profundidad, de abrazarlo con ternura y aprender de él.
Tenemos que saber que podemos aprender del sufrimiento.
La bondad del sufrimiento es real.
Sin sufrimiento no puede haber felicidad.
Sin barro no puede haber flores de loto. Por eso, si sabes «cómo» sufrir, el sufrimiento está bien.
Y en el momento en que adoptas esa actitud, ya no sufres mucho.
Además, del sufrimiento puede florecer la flor de loto de la felicidad.»

 

-Thich Nhat Hanh

 

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