
Dibujos: Christoph Niemann©
Tetsuya es el mejor arquero del país, pero vive retirado en un valle remoto y trabaja de humilde carpintero
Un día, otro arquero que viene de lejos le desafía. Tetsuya acepta el reto y le demuestra al extranjero que para vencer, tanto con el arco como en la vida, no basta la habilidad técnica. Un joven del pueblo le pide que le transmita su saber. El maestro le advierte que puede enseñarle las reglas necesarias, pero es él quien deberá trabajar sobre sí mismo. Es así como Tetsuya empieza a instruir a su nuevo discípulo en el misterioso camino del arquero, el recorrido de toda una vida.
Van algunos extractos del libro:
«Los aliados…

El arquero que no comparte con otros la alegría del arco y
de la flecha, jamás conocerá sus propias cualidades y defectos.
Por lo tanto, antes de ponerte a buscar nada, búscate aliados: gente que se interesa por lo que haces.
No digo: «busca otros arqueros». Digo: encuentra personas con diferentes habilidades, porque el camino del arquero
no es diferente de cualquier otro camino que se sigue con
entusiasmo.
Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a
quienes todos miran, ante quienes se deslumbran y de quienes afirman: «no hay nadie mejor». Muy al contrario: serán
aquellos que no temen errar, y que yerran. Por ello, su trabajo no siempre es reconocido. Pero es la clase de persona que
transforma el mundo, y tras muchos errores, consigue algo
que marcará un antes y un después en su comunidad.
Son personas que no pueden quedarse esperando a que
las cosas ocurran y, en función de ello, adoptar una u otra
actitud: deciden a medida que actúan, aun sabiendo los riesgos que ello conlleva.
Convivir con estas personas es importante para un arquero, porque necesita entender que, antes de situarse frente
al blanco, debe ser lo suficientemente libre para cambiar de
dirección a medida que acerca la flecha hacia su pecho.
Cuando abre la mano y suelta la cuerda, debe decirse a sí
mismo: «mientras abría el arco, he recorrido un largo camino. Ahora suelto esta flecha siendo consciente de que he
arriesgado lo suficiente y he dado lo mejor de mí»
Los mejores aliados son aquellos que no piensan como los
demás. Por eso, cuando busques compañeros para compartir
con ellos el entusiasmo del tiro, sigue tu intuición y no te
dejes llevar por los comentarios ajenos. La gente siempre juzga a los demás poniendo como modelo sus propias limitaciones, y a veces la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y temores
Únete a los que prueban, arriesgan, caen, se lastiman y
vuelven a arriesgar.
Apártate de los que afirman verdades, criticando a quienes no piensan como ellos, sin haber dado jamás un paso sin
tener la seguridad de que se les respetaría por ello, y que prefieren sentirse seguros y no tener dudas.
Únete a los que se exponen y no temen ser vulnerables:
porque entienden que sólo podemos mejorar cuando vemos
lo que hace el prójimo, no con el fin de juzgarlo sino para
admirarlo por su dedicación y coraje


Tal vez pienses que un panadero o un agricultor no sienten el menor interés por el tiro con arco, pero no es así: aplicarán lo que han visto a lo que hacen. Tú harás lo mismo: con
el buen panadero aprenderás a usar las manos y la cantidad
exacta de ingredientes.
Con el agricultor aprenderás a tener paciencia, a trabajar
duro, a respetar las estaciones, y a no blasfemar contra las
tormentas, lo cual sería una pérdida de tiempo.
Únete a los que son flexibles como la madera de tu arco
y comprenden las señales del camino. Son personas que no
dudan en cambiar de rumbo cuando se topan con un obstáculo insalvable, o cuando vislumbran una oportunidad
mejor. Tales son las cualidades del agua: pasar entre las rocas,
adaptarse al curso del río y a veces convertirse en un lago,
hasta que rebosa y puede seguir su camino. Porque el agua no
olvida que su destino es el mar, y tarde o temprano llegará
hasta él.
Únete a los que jamás han dicho: «se acabó, aquí me
quedo». Porque igual que al invierno le sigue la primavera,
nada termina: una vez alcanzado el objetivo hay que comenzar de nuevo, empleando en todo momento lo que has aprendido en el camino.
Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan la
vida y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa, y siempre consigue evitar que nos dejemos paralizar
por la depresión, la soledad y las dificultades.
Únete a los que hacen su trabajo con entusiasmo. Pero
para poder serles útil como ellos te son útiles a ti, debes saber
cuáles son tus herramientas y cómo puedes perfeccionar tus
habilidades.
Por tanto, ha llegado el momento de conocer tu arco, tu
flecha, tu blanco y tu camino.
-Paulo Coelho©


