«Esperé a que surgieras, sombra amable,
desde el espejo de mis ojos,
y te he sentido cerca, en el balcón,

las noches de verano.
En los largos silencios es donde tú te enciendes,
como la cal lo hace con la luz
en pobres muros.
Y en el presentimiento de otro mar
tras el mosaico azul del horizonte.
He puesto rosas rojas en la entrada
de esta casa vacía, donde estuve esperándote
sin comprender quién eres, ni si nunca vendrás.»

Joan Margarit (De Restos de aquel naufragio, 1975-1986)

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