
«Acostado contigo, oigo pasar los trenes,
y por mi frente cruzan sus luces encendidas
rasgando el terciopelo de esta noche.
Cada rato en silencio me deja una luz roja,
la nota en el pentágrama de cables y de vías
oscuras y brillantes. Acostado contigo,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto sea —abrazado a ti—
dejar pasar los trenes en la noche.»
–Joan Margarit. (De Aguafuertes, 1995)