Maite Ortiz

1
«Los atardeceres se suceden,
hace frío
y las casas de adobe en las afueras
se reflejan sobre charcos quietos.


Tierra removida.
Cézanne elevó la nature morte
a una altura
en que las cosas exteriormente muertas
cobran vida, dice Kandinsky.
Vida es emoción.
Pero quedará de vosotros
lo que ha quedado de los hombres
que vivieron antes, previene Lucrecio.
Es poco: polvo, alguna imagen tópica
y restos de edificios.
El alma muere con el cuerpo.
El alma es el cuerpo. O tres fotografías
quedan, si alguien muere.
También un gesto inexplicable,
díscolo para los ojos, desafío,
erizado. Cuerpo es lo otro.
Irreconocible. Dolor.
Sólo cuerpo. Cuerpo es no yo.
No yo.
Lo quieto de las cosas
en el atardecer. La quietud,
por ejemplo, de los edificios.
El ensombrecimiento
mudo y apagado.
Como ojos,
dos piedras azules me miran
desde un anillo.
Los anillos
cuidadosamente extraídos
al final.
Como aquél de azabache y plata
o este otro de un pálido, pálido rosa.
Rostros y luces
nítidamente se reflejan en él.
En la noche corro por un campo
que desciende, corro entre arbustos
y choco con algo vivo
que trata de ovillarse, de encogerse.
Es un niño pequeño, le pregunto
quién es y contesta que nadie.
Esta respiración honda
y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolor en la nuca y en los ojos.
Terminada la juventud,
se está a merced del miedo.


2
Verde. Verde. Agua. Marrón.
Todo mojado, embarrado.
Es invierno. Es perceptible
en el silencio y en brillos
como del aire.
Yo soy muy pequeña.
Un cuerpo caminando.
Un cuerpo solo;
lo enfermo en la piel, en la mirada.
El asombro, la dureza absoluta
en los ojos. Lo impenetrable.
La descompensación
entre lo interno y lo externo.
Un cuerpo enfermo que avanza.
Desde un interior de cristales muy amplios
contemplo los árboles.
Hay un viento ligero, un movimiento
silencioso de hojas y ramas.
Como algo desconocido
y en suspenso. Más allá.
Como una luz
sesgada y quieta. Lo verde
que hiere o acaricia. Brisa
verde. Y si yo hubiera muerto
eso sería también así.»

-Olvido García Valdés («La caída de Ícaro»)

(Gracias a mi querida Zoila Portuondo Guerra por mostrarme este poema)

Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 2 de diciembre de 1950) es una escritora española, conocida especialmente por su obra poética. Es Escritora, poeta, ensayista y traductora.

Licenciada en Filología Románica por la Universidad de Oviedo y en Filosofía por la Universidad de Valladolid y  catedrática de Lengua Española y Literatura en institutos de Valladolid y Toledo.

Fue también directora del Instituto Cervantes de Toulouse (Francia) y directora general del Libro y Fomento de la Lectura.
Ha sido distinguida con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y el
Premio Nacional de Poesía.

3 Replies to “.de ir y venir”

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