Pablo Neruda


«En un ensayo titulado «Infancia y poesía», Pablo Neruda especulaba en una ocasión
acerca de los orígenes de su obra.

Neruda se crio en Temuco, una ciudad en los territorios de frontera del sur de Chile.

Nacer en Temuco en 1904 debió de ser un tanto como haber nacido en Oregón hace más de un siglo.

Entre lluvias y montañas, «Temuco era la avanzada de la vida chilena en los territorios del sur», nos cuenta Neruda en «Confieso que he vivido».

Recuerda las tiendas a ambos lados de la calle principal, las ferreterías en las que, como la gente no sabía leer, colgaban unos letreros muy llamativos: «Un inmenso serrucho, una olla gigantesca, un candado ciclópeo, una cuchara antártica. Más allá, las zapaterías, una bota colosal».El padre de Neruda trabajaba en el ferrocarril.
Su casa, como tantas otras, tenía un cierto aire de campamento provisional de colonos: barricas, aperos y monturas aguardaban desperdigados en habitaciones sin terminar y bajo escaleras inconclusas.
Cuando era niño, un día en que estaba jugando en el patio, detrás de la casa, Neruda descubrió un agujero en un tablón del cercado.
«Miré a través del hueco y vi un terreno igual al de mi casa, baldío y silvestre. Me retiré unos pasos, porque vagamente supe que iba pasar algo. De pronto apareció una mano. Era la mano pequeñita de un niño de mi misma edad. Cuando acudí no estaba la mano porque en lugar de ella había una maravillosa oveja blanca.
Era una oveja de lana desteñida. Las ruedas se habían escapado. Todo esto lo hacía más verdadera. Nunca había visto yo una oveja tan linda. Miré por el agujero, pero el niño había desaparecido. Fui a mi casa y volví con un tesoro que le dejé en el mismo sitio: una piña de pino, entreabierta, olorosa y balsámica, que yo adoraba. Le dejé en el mismo sitio y me fui con la oveja.
Nunca más vi la mano ni el niño. Nunca tampoco he vuelto a ver una ovejita como aquélla. La perdí en un incendio. Y aún ahora […], cuando paso por una juguetería, miro aún furtivamente a las ventanas. Pero es inútil. Nunca más se hizo una oveja como aquella».

Neruda ha comentado esta anécdota en varias ocasiones.

 «Este intercambio de obsequios –misterioso– se acomodó en lo más hondo de mi ser como un sedimento»,comentó una vez en una entrevista.

Y él asocia este intercambio con su poesía «Yo he sido un hombre afortunado. Conocer la fraternidad de nuestros hermanos es una maravillosa acción de la vida. Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida. Pero sentir el cariño de los que no conocemos, de los desconocidos que están velando nuestro sueño y nuestra soledad, nuestros peligros o nuestros desfallecimientos, es una sensación aún más grande y más bella porque extiende nuestro ser y abarca todas las vidas.
»Aquella ofrenda traía por primera vez en mi vida un tesoro que me acompañó más tarde: la solidaridad humana. […] No sorprenderá entonces que yo haya tratado de pagar con algo balsámico, oloroso y terrestre la fraternidad humana. […]
»Ésta es la gran lección que recogí en el patio de mi casa solitaria, en mi infancia. Tal vez sólo fue un juego de los niños que no se conocen y que quisieron comunicarse los dones de la vida. Pero este pequeño intercambio misterioso se quedó tal vez depositado
como un sedimento indestructible en mi corazón y encendiendo mi poesía» .»

-Hyde Lewis-«El Don»

2 Replies to “.el don y el arte”

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