Belleza!
Cada mañana, Mary Oliver se levanta antes al alba y abre la puerta de su casa en Provincetown, Massachusetts. Ahí se queda un rato, observando cómo el sol traza su arco perezoso, y espera a que lleguen las palabras.
Las palabras llegan, una a una, a su lápiz negro; presurosas, como a una cita.
Hola, sol en mi cara.
Hola, tú que hiciste la mañana,
y la esparciste sobre los campos,
y en las caras de los tulipanes,
y en las campanas violetas,
de la enredadera que sacuden sus cabezas.
Y en las ventanas, incluso,
de los afligidos y los malhumorados.
Luego toma su anotador, lo estruja en su bolsillo trasero y se interna en el bosque. Sola. Así lo ha hecho siempre, aun cuando vivía Molly (Mallone Cook, la fotógrafa con quien compartió amor y vida por cuatro décadas). Y por buenas razones.
Habitualmente voy al bosque sola, sin…
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