
“Todos somos sobrevivientes.
Todos podriamos haber muerto
Todos despertamos de una pesadilla.
Todos hemos emergido desde escombros.
Todos hemos vuelto a respirar.
Todos somos refugiados con esperanza de vida, a la espera de alcanzar (o que nos adjudiquen) una tierra prometida.
Todos hemos lavado el rostro luego del llanto.
Todos quedamos con vida luego de un reto de la muerte. Nuestro nacimiento, el primero de ellos.
Por que estamos con vida? O, mejor aun, para que nacimos?, cual es el sentido de permanecer vivos?
Dado que nadie sabe morir, de que modo honrar esa vida que (nuestra mera existencia es su testimonio) hemos merecido?
Al fin y al cabo, no parece tan cierto que “con mi balsa yo me ire a naufragar” (o quizas apenas sea una bella imagen libertaria de nuestra adolescencia).
Naufragos, remamos a la espera de orillas amables en las que cese nuestra interperie, y la angustia de la carencia dé paso a abrazos de abundancia, o al desierto de incertidumbres se convierta en jardin de verdades seguras.
No buscamos naufragar: nos descubrimos naufragos anhelando costas de calma.
No huimos de nuestros victimarios en busqueda de libertad, sino que, como apiñados balseros arrojados a altamar, buscamos sentido escapando de la muerte y el dolor.
Ya no resulta suficiente rebelarnos a las injustas autoridades del mundo, sino sobrevivir al espanto inevitable en nuestra alma animados en un para qué.
Sobrevivientes del horror, nos devolvemos a la vida expuestos a un sentido. Depositar ese sentido en un objeto (u objetivo) es propiciar cataclismos, anuncia el fatal naufragio de tener como meta el horizonte: el sentido siempre esta mas alla del que creiamos.
Y alli somos desafiados por la paradojica creatividad del doble vinculo”: no podemos eludir ser convocados por un sentido que no podemos alcanzar.
A pesar de todas las tormentas, la vida insiste en que seamos dignas de ella.
Y cuando creiamos caer, nos descubrimos de pie.
Otra vez erguidos.
Respondiendo, contundentes, a la mas tibia insinuacion de que vale la pena.
El valor de la pena.
La riqueza del dolor.
El unico combustible para nuestra persistencia es el amor
.Que es lo mismo que descubrirse con otros.
El dolor activa el talento curativo propio de la misma psiquis que lo padece.
El amor, de la pesadilla del apego.
La maravilla, desde lo siniestro.
No hay nada que hacer: como ya sabian en Babilonia, Sagitario brota de Escorpio..,”
-Alejandro Lodi (de “Quiron y el Don de la herida”)