
«In a wasted time, it’s only when I sleep
that all my senses come awake. In the wake
of you, let day not break. Let me keep
the scent, the weight, the bright of you, take
the countless hours and count them all night through
till that time comes when you come to the door
of dreams, carrying oranges that cast a glow
up into your face. Greedy for more
than the gift of seeing you, I lean in to taste
the colour, kiss it off your offered mouth.
For this, for this, I fall asleep in haste,
willing to fall for the trick that tells the truth
that even your shade makes darkest absence bright,
that shadows live wherever there is light.»
-Imtiaz Dharker
(Imtiaz Dharker es una poeta, artista y realizadora de videos británica nacida en Pakistán. Ganó la Medalla de Oro de la Reina por su poesía en inglés y fue nombrada Canciller de la Universidad de Newcastle a partir de enero de 2020)
«Simplemente no hay suficientes
líneas rectas. Ese
es el problema.
Nada es plano
o paralelo. Las vigas
se balancean tendidas sobre soportes
tendidas desde lo vertical.
Las uñas se aferran a costuras abiertas.
La estructura entera se inclina vertiginosamente
hacia el milagro.
En este marco áspero,
alguien introdujo
un espacio viviente
y osó incluso situar
estos huevos en una cesta de alambre,
frágiles curvas de blanco
tendidas sobre el borde oscuro
de un universo sesgado,
reuniendo la luz
hacia ellos mismos,
como si fueran
las brillantes, delgadas paredes de la fe.»
/
«Bastaría con tan solo un portazo
para que todo caiga.
Una botella lanzada
contra la pared,
para empezar el martilleo
sobre el corazón
y romper
el cascarón del cuerpo.
Un estornudo, una tos,
una duda.
Bastaría tan solo
con un aliento,
nada más.»
/
«La piel se agrieta como una vaina.
Nunca hay agua suficiente.
Imagina su goteo,
pequeña salpicadura, haciendo eco
en una jarra de lata,
la voz de un dios bondadoso.
Algunas veces, la ráfaga súbita
de la fortuna. La tubería municipal estalla,
la platería se estrella contra el suelo
y el flujo encuentra
un rugido de lenguas. Desde las chozas,
una congregación: cada hombre mujer
y niño por calles a la redonda
interrumpe, con ollas,
latones, cobre, aluminio,
cubetas de plástico,
manos frenéticas,
y niños desnudos
gritando bajo el sol líquido,
sus luminiscencias pulidas a la perfección,
luz parpadeante,
mientras canta la bendición
sobre sus pequeños huesos.»
/
«
Todas nuestras vidas, en cada ciudad,
fuera de cada paisaje
las aguas de la Alhambra
han estado murmurándonos.
Desde las fuentes, desde el curso de las aguas,
desde los secretos charcos en los patios,
voces llaman a través de los siglos.
Otras mujeres se bañan
a la luz de la luna.
“Vengan”, dicen, “Salgan del calor del día,
fuera de cuartos ensombrecidos, vamos a escapar y a escabullirnos,
que caigan los velos uno tras otro.
Deslízate hacia los charcos que yacen como espejos del cielo,
y que la luna inunde nuestros cuerpos.’
Voluptuosas caderas, cuerpos exuberantes.
Cuerpos como granadas,
rebosantes de promesas.»
/
» ¿Es esto todo lo que significa, el sello final
sobre un contrato?
¿El asunto del vivir no es más
que un acuerdo de piel?
¿El ladrón ya no es ladrón
sin una mano?
¿La marca en el costado
te hace menos de lo que eres?
¿Y qué del amante, que deja
las huellas, esto te hace mío?
Concordemos empezar de nuevo
con paciencia, en la primera señal.
En la antigua Babilonia, encuentro una huella
en arcilla. En China, un sello rugoso.
En Persia, un registro de espirales. Lazos
en Bolonia para enganchar a una mujer o un hombre.
En Calcuta, sobre un documento vinculante,
la huella de una palma.
Aquí, las líneas compiten hacia un campo tranquilo
y lo dejan con rasguños en su rostro.
¿Eres tú?
¿Tienes una mano en esto?
¿Eres quien frota los árboles
o sólo quisiste tocar mi cabello?»