Angela Chalmers-Adam

«El que puede decir cómo arde,
sufre un fuego pequeño.»
-Francesco Petrarca

«¿Pero qué es la desnudez?

No es tan metafísica como para que el cuerpo nada tenga que ver, pero tampoco tan física como para que sólo tenga que ver el cuerpo como materia.

Y la diferencia no la hace exclusivamente la atracción sexual.

Una anciana, desinteresada en sentir o de provocar placeres físicos, puede sentir, al ser vista desnuda, igual vergüenza que la más fresca de las jovencitas.

Los muertos que reposan en el cajón abierto, en los velorios, también están vestidos.

Ni siquiera abandonar esta vida los libra de la sospecha de que hay un vínculo sagrado entre el cuerpo desnudo y la identidad humana.

Y de que para preservar esa identidad, se debe preservar, a los ojos de los demás, lo más íntimo de nuestro cuerpo.

La desnudez puede ser extremadamente molesta a la mañana, en el baño, en el living, en el fragor de la higiene y las urgencias.

O puede ser erótica: cuando los dos mismos cuerpos se olvidan de sus utilidades y se confabulan en un prodigio.

Cuando uno ve a una mujer desnuda, más allá de la situación, se pregunta si el ideal estético varía con el tiempo, Sofía Loren o Ava Gardner, ¿no hubiesen sido consideradas hermosas en cualquier época?

Los pechos suaves y los dientes blancos ya son considerados deseables en el «Cantar de los cantares».

La idea de que existen mujeres cuya hermosura es evidente se remonta a los tiempos de Abraham , cuya esposa era «de buen ver».

Y «Las mil y una noches» considera hermosas  las mismas formas que Occidente venera hoy a las mujeres.

Quizá existen ligeras oscilaciones: ciertas obsesiones con la gordura o con la delgadez; meras modas pasajeras.

Pero, ¿hubo cambios paradigmáticos en las desnudeces consideradas bellas, como los hubo en las ropas?

Humildemente sospecho que no.

A menudo encontramos, en revistas o libros, a mujeres célebres y adineradas, y especialmente bellas, posando desnudas.

Casi siempre me resultan incitantes.

Pero cuando, sin interrumpir mis fantasías, pienso en la cantidad de dinero que poseen y en su lugar de privilegio en la escala social, no puedo dejar de preguntarme: ¿ por qué lo hacen? ¿se muestran desnudas a regañadientes por más dinero o por más celebridad?. ¿O acaso disfrutan y ganan dinero al mismo tiempo?

En lo que a mí respecta, uno de los motivos por los que deseo el dinero es para que nunca tener que aparecer desnudo frente a nadie que no sea la mujer que yo elija.

Pintores y escultores han reproducido la desnudez femenina alcanzando cimas artísticas sin provocar necesariamente excitación sexual.

El cuerpo humano desnudo se ha transformado en arte, en telas y pantallas, más allá de la opinión del deseo.

De todos modos, ¿comparado con qué el cuerpo femenino podría resultar absurdo?

No hay una ciencia exacta de la belleza: es intuición y sensación, o no es.

Tampoco la desnudez tiene un significado único, ni claro, para las personas.

El desnudo, en un hombre o en una mujer, puede resaltar tanto la libertad como la opresión.

Lo inevitable es que la desnudez aumente, ante el ojo humano, cualquiera de estos dos estados.

La visión de un prisionero obligadamente desnudo siempre nos revela con mayor crudeza su indefensión, el calvario que está transitando, la crueldad de sus carceleros.

Un prisionero obligado a permanecer desnudo, aunque el cuerpo paradójicamente sea la más propia de las moradas de este mundo, nos habla de carceleros crueles que intentan despojarlo de su intimidad.

En situaciones de opresión, la desnudez deshumaniza.

No se trata del dolor, ni del frío: es la transgresión de un pudor demasiado profundo y difícil de definir.

La misma desnudez nos permite poner la libertad en sensaciones.

La desnudez de un grato encuentro sexual, o la desnudez posterior a ese encuentro, donde ya no hay vergüenza ni expectativa.

Arrojarse desnudo a una pileta que es de nuestra exclusiva propiedad.

Los hombres nacemos desnudos.

Pero podemos morir de cualquier manera: en malla, en traje, en calzoncillos, o también, desnudos.

La desnudez puede ser la esencia misma de un hombre, su estado de gracia.

Pero también significa todo lo contrario: su definitiva derrota, su ruptura como humano.

La desnudez no es sólo nuestra piel sin ropa.

La desnudez es por sobre todas las cosas, nuestra consciencia de estar expuestos, vulnerables.

Desnudos.»

-Marcelo Birmajer

Angela Chalmers-Eve

(Más del bellísimo trabajo de Angela Chalmers aqui en IG: @angela_chalmers_studio )

2 Replies to “.al natural II”

Deja un comentario