
«La emoción sentida traduce la significación dada por el individuo a
las circunstancias que repercuten en él.»
-David Le Breton
«Cuando nuestra mente se encuentra inmersa en el océano de emociones,
solo el cuerpo logra salir a flote para asistirnos, alertarnos y
observar atentamente el huracán en el cual nos hemos convertido.
Mirarnos a nosotros mismos completamente requiere indagar las
profundidades de nuestro ser, nuestra alma; observarnos crudamente una
vez y otra vez hasta que la memoria vaya atrás a los orígenes, al
núcleo, a ese primer gesto que va más allá de lo que el cuerpo puede
expresar.
El reto está en abordar los rincones interiores propios, mirar en la oscuridad, lo inexplorado.
Cuántas veces creamos un desierto a nuestro alrededor y nos quejamos de la falta de agua?
Cada crisis incuba su metamorfosis.
Nacer: llegar, estar. Aparecer. Cruzar un portal, cortar el cordón.
Soltar la lengua y llorar. Ver la luz. Capturar el aire y despertar.
Ser el frío. Ser azul. Funcionar. Pertenecer a un sitio. Hablar un
idioma. Integrar. Inhalar. Llamarse. Descubrir. Pensar: me gustan los
colores. Formar de un olor a la madre. Amar. Armar. Armarse de valor.
Sudar. Emprender un viaje. Asomarse al mundo. Empezar a morir.
Cuando pensaba que era el fin, comienzo a nacer.
El felino siendo en la naturaleza del río, manada buscando un hogar
contra la corriente.
Somos felinos sensuales en una jungla de ciudad con mil rostros, pero
este cuerpo salvaje inunda y desestabiliza a la mente jugando con la
ambigüedad…»
-Tomado de no sé dónde
(Lo encontré en un cuaderno de anotaciones. No puse el autor… quién sabe quién lo escribió… más me resonó el alma, como casi todo lo que comparto en este blog…
Qué cosa rara es la mente no? Registra algo que le llama la atención y como trazos en un camino, lo apunta… luego lo deja y vuelve, hasta que otra vez algo profundo sucede (o no) y vuelta a afinar el lápiz para volver a danzar en palabras en ese lienzo en blanco…que aunque no haya sido uno el escritor, parte de ese «pulso» lo habita.
No temo a la oscuridad.
Tampoco a la muerte.
Siempre me sentí «ave de paso», aunque vuele seguido con mi imaginación, mi ir profundo me lleva a la tierra. Porque quiero que mi cuerpo salvaje invada esta mente que cuestiona.
Quiero fluir, latir al compás de ese sonido primigenio, puro, arcaico, simple…con esta piel que empiezo a descubrir y me conecta con lo más íntimo y sagrado.
Quiero llegar a esos rincones inexplorados de mi cuerpo y darles un fuerte abrazo.
Que el desierto de dolor mute en un vacío perfumado.
Quiero florecer.
Sólo para que mis pétalos dancen con el viento.
Eso)
(Gabi Dakoff)
Gracias!
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