
«Siento que estoy viva y una forma de felicidad me corre por la sangre.
Ahora sé porqué.
La respuesta es simple, ahora, tantos años después.
Me siento
– en ese momento me sentí –
feliz porque estaba escribiendo con el cuerpo.
Una forma de escritura que sólo puede perdurar en la memoria de los poros.
Temo que se trate de una acción o una modalidad secreta, in formulable, inefable.
Pero yo no creo en lo inefable.
La lucha de toda persona que escribe, de toda escritora de verdad,
se entabla contra el demonio de aquello que se
resiste ser verbalizado, a ser puesto en palabras.
Al escribir con el cuerpo también se trabaja con palabras.
A veces formuladas mentalmente, otras apenas sugeridas.
Pero no se trata ni remotamente del tan mentado lenguaje corporal,
se trata de otra cosa.
Es un estar comprometida de lleno en un acto que es en esencia un acto literario.
Camino en la calle y al caminar, estoy escribiendo con el cuerpo.
No quiero jugar al pato: cuando me meto al agua prefiero mojarme.
Somos todas putas del lenguaje.
trabajamos para él,
le damos de comer,
nos humillamos por su culpa
y nos vanagloriamos de él
y después de todo qué?
Nos pide más.
Siempre nos va a pedir más, y más hondo.
¿Es el cuerpo la máscara de la mente?
Más bien del alma.
Ahora sé que en aquel entonces, entre la pequeña aventura alrededor de la
manzana y las grandes historias inventadas, empezaba el lento aprendizaje de
escribir con el cuerpo.
Porque los poros o la tinta son una misma cosa.
Hay también otra desdicha del escribir y es quizá el más angustiante.
Está inscripta en los tiempos de silencio, cuando ni con el cuerpo ni con la
mente ni con la mano se escribe.
Los tiempos de sequía creativa parecen ser de inexistencia.
Por eso digo a veces que la escritura es una maldición de tiempo completo.
La escritura es el camino de ida hacia la oquedad del desconocimiento.
Donde pongo la palabra pongo mi cuerpo.
Con suerte, algo será dicho a través de mí; aún a mi pesar.
Escribo para de velarme algún mínimo misterio,
porque quiero entender, un poquito, en lo posible.
Dicen que la literatura femenina está hecha de preguntas.
Digo, por ende, que la literatura femenina es más realista que la otra.
Preguntas, incertidumbres, búsquedas, contradicciones.
Dicen que la literatura femenina está hecha de fragmentos.
Repito que es cuestión de realismo.
Está hecha de desgarramientos,
jirones de la propia piel que quedan adheridos a alguna hoja
no siempre leída o legible.
Escribir con el cuerpo se vincula con la esencia más profunda
de lo que es el escribir:
la razón de ser de la escritora casi tanto o más que la razón
de ser de la escritura.
Porque en el escribir
(y también en el escribir mentalmente)
el trabajo consiste en ir descifrando
símbolos, signos, desarmando arcanos,
interpretando como se puede, atando cabos.
El revés de la trama….»
-Luisa Valenzuela
Escribir con el cuerpo,con la manos, los pelos, escribir con agua, con sangre, con tiempo,sin el,escribir como un pacto, como un reto, sin fin.
Me gustaMe gusta
Siempre escribir.
Aún si no se escribe…
Me gustaMe gusta