.las cartas más apasionadas del mundo-Celosas VIII

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León Tolstoi

El matrimonio entre León Tolstoi y Sonia fué tormentoso… En sus muchos años de unión hubo de todo: desde los celos de ambos -ella sobre todo de una campesina a la que León amó, Axinia, pero también de otras mujeres, y él de un amigo de Sonia que pasaba temporadas en su casa-, hasta el desamor, el odio y la imcomprensión, motivada sobre todo por el cambio brusco que él sufrió cuando él se volvió fervorosamente religioso.

[Una pasión inexplicable
Sonia se prendó de Serguéi Ivánovich Tanéiev (distinguido pianista y compositor, amigo y discípulo de Chaikowsky) a pesar de su voz, de sus ademanes afeminados y de ser poco atractivo físicamente con su cuerpo regordete, sus ojos pequeños y sus mofletes rollizos… Ella tenía 51 años; él 39. Quizá, lo que Sonia vió en él es que, a diferencia de su marido, era amable; pero, sobre todo (como explicaba un hijo de Sonia, Serguéi), que se había transferido a la persona del músico el poder y el efecto de la música que tocaba]

En las dos primeras cartas, es ella quien se desahoga en su diario contando sus celos (acostumbran a leer el diario del otro), mientras que en las dos siguientes es él quien se queja del acercamiento de su esposa a Tanéiev:

22 de julio de 1866:
«Liovochka ha ideado una excusa para visitar esa casa esta mañana. María Ivanova me lo ha dicho y también que se ha quedado hablando con ella bajo su balcón. ¿Qué razón puede haber tenido para ir hasta allí bajo la lluvia? Es evidente: porque ella le gusta. Sólo de pensarlo me siento enloquecer. Deseo a esa mujer todo el daño imaginable (…). En este momento siento unos celos irresistibles. Sencillamente no puedo soportarla. Me pongo furiosa al ver su belleza y su buen humor, sobre todo en compañía de Liovochka.»

Y dos días más tarde:

24 de julio de 1866:
«Liovochka ha ido de visita a su casa también hoy y ha vuelto diciendo cuánto compadecía a esa pobre mujer por su aburrida vida. Después me ha preguntado por qué no los había invitado a comer. Si por mí hubiera sido, nunca la habría dejado entrar en esta casa, conque menos aún invitarla a comer. Oh, Liovochka, ¿es que no ves que te he pescado? Tal vez despida al administrador y entonces me libraré del tormento de los celos que me inspira María Ivanova.»

Años más tarde, fué León quién padeció unos celos tormentosos. Por aquel entonces, él ya se había vuelto ferozmente religioso y entre los dos se había abierto un abismo por mucho que él no lo reconociera en esta carta. Tolstoi tildaba lo que Sonia sentía por el músico Tanéiev de «senil encaprichamiento o algo peor».
El 1° de febrero de 1897, Tolstoi escribió a Sonia una amarga carta en la que los celos y los reproches hacían imposible una futura reconciliación entre ambos:

León Tolstoi a Sonia
«Es terrible, humillante y vergonzoso que un completo extraño, un hombre innecesario y carente del menor interés, rija nuestra vida y envenene los últimos años de nuestra existencia: es humillante y doloroso que haya que preguntar cuándo y adónde va y cuándo tiene ensayos.
Es algo terrible, terrible y repulsivo. Y está sucediendo precisamente al final de nuestra vida (…). Una vida transcurrida de forma correcta y pura… precisamente cuando nos hemos ido aproximando cada vez más, pese a todo lo que podría dividirnos (…).
De repente, en lugar de una conclusión natural, positiva y gozosa de nuestros 36 años juntos, surge esta repulsiva vileza que ha dejado su terrible impronta en todo. Sé que te sientes mal y que sufres también porque me amas y quieres ser buena, pero de momento no puedes y siento una inmensa compasión de tí, porque te amo (…). Adiós y perdóname, queridísima. Un beso.»

Tolstoi estaba lleno de «celos enfermizos», según anotó Sonia en su diario el 2 de junio de 1897. La siguiente crisis estalló cuando la mujer invitó a Tanéiev a pasar un verano en Yásnaia Poliana. Ella no lo acababa de entender, Tolstoi tampoco hizo mucho por explicárselo e, incluso, dejó sin enviarle una carta que podría haberle aclarado sus sentimientos:

19 de mayo de 1897
«Querida Sonia: Tu intimidad con Tanéiev no sólo me resulta desagradable, sino que, además, desespera espantosamente. (…) Llevo un año sin poder trabajar y presa de continuos tormentos. Tú lo sabes. Te lo he dicho irritado y te lo he dicho con súplicas. (…) Lo he intentado todo y nada ha dado resultado: esa intimidad continúa y se hace más estrecha incluso y veo que va a seguir siendo así hasta el final. No puedo soportarlo más.»

Tolstoi ofrecía a Sonia cinco soluciones: romper relaciones y liberarse de compromisos; que él se fuera al extranjero; que los dos se fueran al extranjero; seguir viviendo igual (en esta opción se podía pensar «sin horror y desesperación») y la quinta, que él dejara de verlo como una traición. Pero Tolstoi no podía soportar lo que estaba sucediendo, como decía en esta carta que jamás envió:

«Lo he padecido durante un año y lo he intentado con todo mi corazón, pero no puedo (…). Al contrario, los golpes, al caer todo el tiempo en el mismo punto, han intensificado mi dolor. Sonia, querida, eres una mujer buena, amable y justa. Ponte en mi lugar e intenta entender que no puedo sentir otra cosa que (…) un dolor y una vergüenza angustiosos e intenta pensar, querida, en la mejor salida.»

[Un triste final.
Finalmente, Tolstoi huyó de su casa después de 48 años de matrimonio. Los hijos de ambos se dividieron. Si algunos tomaron partido por su padre, otros como Andrei se pusieron del lado de su madre: «Hé de advertirle -escribió este último-, que al adoptar esta decisión final está matando a nuestra madre», Sonia enfermó de los nervios y Tolstoi no quiso verla a pesar de sus súplicas.
Cuando su huida salió en primera página de todos los periódicos, Tolstoi se sintió desconcertado… Como consecuencia de su «travesura», Tolstoi enfermó gravemente y finalmente murió.]

-Selección de Alicia Misrahi

Una verdadera rareza!
Un waltz que compuso el novelista ruso León Tolstoi (Lev Nikoláyevich Tolstói 1828 – 1910) interpretado por su amigo pianista Leon Boriseiwycz Kleiser.

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