«Este año decidí que no me iré a dormir hasta que den las 03.15

Mis emociones brotan hoy como ríos.

Es mi cumpleaños.

Nací a esa hora y decidí celebrar mis 54 años de estadía aquí, compartiendo este bordado.

La primera vez que vi un bordado quede extasiada por los hilos que se entremezclaban.

Imaginaba lo delicado que era  ir y venir con la aguja para ir dejando colores, formas, mensajes

Cuando lo di vuelta, abrí más grande los ojos, sorprendida.

¿Cómo era posible esos nudos que no entendía?

Y es que al bordar vamos dejando una estela, que no siempre es igual.

Según cómo estemos, vamos tensando más o menos el hilo.

Las madejas se enredan, y los pensamientos fluyen. Bordar es otra forma de meditar.

Es hermoso terminar un bordado, pero hay algo más mágico: darlo vuelta y apreciar el revés de la trama. 

Se ven todos los hilos aunque, inevitablemente, se pierden algunos colores y quizá, incluso, la textura.

Los hilos se enredan de una manera cósmica.

Como un desordenado universo,cobran vida propia.

El ritmo cambia.

Parece que el caos asomó cuando damos vuelta el bordado y sin embargo las nuevas imágenes que devela el reverso son como la vida misma: alegria y tristeza, locura y cordura…

Este bordado en verso y reverso tiene una historia.

Hay una leyenda japonesa del hilo rojo del destino: toda persona está atada por el meñique de un hilo rojo invisible que lo conducirá hacia otra persona con la que hará historia. 

Así las relaciones humanas están predestinadas por un hilo rojo que los dioses atan a los dedos meñiques de aquellos que se encontrarán en la vida.

Las dos personas conectadas por este hilo tendrán una historia importante, sin importar el lugar, el tiempo o las circunstancias. 

El hilo rojo se puede enredar, contraer y estirar, como seguramente a menudo ocurre, pero nunca se puede romper.

Esta leyenda, tanto más estética que la de las almas gemelas, surge cuando se descubre que la arteria cubital conecta el corazón con el dedo meñique (que es la misma razón por la que en tantas culturas se cierran promesas al entrelazar este dedo con el de otra persona). La delgada vena que va del corazón a la mano se extiende por el mundo invisible para terminar su curso en el corazón de alguna otra persona.
Pero a diferencia de otras supersticiones amorosas, la japonesa no se limita a la pareja, ni a una sola persona a la que estemos destinados a encontrar.
Habla de una suerte de ramificación arterial que surge de un dedo hacia todos aquellos con los que haremos historia y todos aquellos a los que ayudaremos de una manera u otra.

Este mito es una manera de entender nuestro itinerario de encuentros como una trama predeterminada donde las relaciones de pareja, los roces íntimos y todas las pequeñas historias que enlazamos con otros no son triunfos ni accidentes del azar sino parte de un tapiz escarlata cuyos hilos nos fueron dados al nacer pero nosotros tejimos…»

-Gabi Dakoff

«Si la literatura es la expresión del corazón,
el mío ha encontrado su morada
(…)
Para escribir de lo lejano y perseguir el vacío,
se erigen elegías y estelas.
Se inscriben virtudes y compilan actos,
los colores del texto se reúnen con justeza.
Contemplando su aire vemos su rostro,
oyendo su lenguaje parece llorar.
Tinta sobre la piedra que cincela flores,
la sombra que refleja, ¿podrá acaso expirar?»

Liu Xie

4 Replies to “.el revés de la trama”

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